“¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden” (Lucas 11,52).

Mi hermano y mi hermana, Nuestro Señor, por medio de este Evangelio, llamo la atención de los doctores de la Ley, de aquellos que estaban hacia adelante de un pueblo. Ellos eran dotados de ciencia, estudiados; tenía la Palabra en la cabeza, pero faltaba tener la Palabra en el corazón, faltaba tener esta Palabra en las actitudes. Y, desgraciadamente, ellos incluso eran bonitos por fuera, pero por dentro estaban llenos de corrupción.

Mis hermanos, esta reflexión que el Señor hizo con Sus discípulos: la atención, la llamada de atención para con los doctores de la Ley, y esas enseñanzas que Él dio a sus discípulos y dá para cada uno de nosotros, Él quiere decir el siguiente: “¡Mira, tomen cuidado! No basta tener la Palabra en la mente, pero es necesario tener esta palabra en las actitudes”.

Y, después, el Señor incluso dijo que los padres mataran a ellos estaban edificando túmulos, es decir, ellos estaban de acuerdo con la muerte de los profetas, de los hombres de Dios. El Señor dijo a ellos que prestarían cuenta del sangre que fue derramado. Ellos tenían la llave de la ciencia, tenían la sabiduria, pero no estaban disponiendo esta sabiduría con misericordia, no estaban enseñando al pueblo de Dios el camino. ¿Y Jesús fue incluso duro aquí, no es verdad? — “Mira, ustedes no entran en el Reino y no están dejando otros entraren”.

Hagamos el camino para el Cielo y vamos indicar también a las personas el camino del Cielo

¡Estén atentos, fariseos, doctores de la Ley; esté atento también nosotros! Nosotros que recibimos la gracia del bautismo también necesitamos hacer merecido el bautismo que nosotros recibimos. Vivir el profetismo, acoger el profeta, acoger los hombres de Dios, pero tambien vive el profetismo, es decir, vivir nuestro bautismo.

También recibimos la incumbencia de vivir la Palabra, de enseñar la Palabra y de mostrar para las personas el camino del Cielo y no el camino del infierno.

Que possamos estar atentos, mis hermanos, hagamos un examen de consciencia, delante de todo lo que nosotros recibimos de Dios, la gracia de sernos hijos de Dios, la gracia de tener la vida. Debemos usarla, debemos practicar la Palabra, usar y vivir la vida de forma a corresponder a la voluntad del Señor. Entrar en el Cielo, pero enseñar también las personas el camino del Cielo.

Que nosotros no despreciemos los profetas de hoy, que nosotros escuchemos la Iglesia, escuchemos la Doctrina de la Iglesia, escuchemos nuestros pastores y nuestros sacerdotes. que nosotros también seamos responsables por nuestra vocación, por nuestra salvación y ayudemos otros también a salvarse. ¡Hagamos el camino para el Cielo y vamos indicar también a las personas el camino del Cielo!

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!