Hermanos y hermanas, buenos días. El texto del Evangelio de hoy nos impulsa a ver aquellas realidades que son imprevisibles. Dice así:
“En aquel tiempo, los fariseos preguntaron a Jesús acerca de cuándo vendría el reino de Dios. Jesús les respondió: ‘El reino de Dios no viene con señales ostensibles, ni se dirá: “Miren, aquí está” o “Allí está”, porque el reino de Dios está entre ustedes.'” (Lucas 17,20-21).
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En ese mismo texto, Jesús va a usar la comparación con los elementos de la naturaleza. Y el principal ejemplo que va a utilizar es el del relámpago. Cuando ves un relámpago, es señal de que va a haber alguna tormenta, que está llegando la lluvia. Entonces, viene de una manera imprevisible.
Ser impactado por la gracia
El relámpago genera cierto miedo, porque, dependiendo del lugar donde estés, cerca de un árbol, etc., te preocupas un poco, porque es algo imprevisible. Puede caer allí, cerca de ti, ese relámpago. Pero Jesús utiliza este ejemplo para decir que el Reino de Dios vendrá así, de manera que nadie sabe.
Entonces, no desesperes tu corazón si aparece alguien por ahí diciendo “será mañana”, porque no está en las Sagradas Escrituras de esa manera. Entonces, hermanos y hermanas, el relámpago viene de manera imprevisible. ¿Pero qué ocurre cuando viene? ¡Causa un gran impacto! Así es el Reino de Dios. Viene también de una manera imprevisible, y causa también un gran impacto, pero este impacto ya ocurre en nuestra vida ahora, porque Jesús dice aquí que el Reino de Dios está entre ustedes.
Ese impacto que ocurrirá de una manera más plena en los últimos tiempos, ya ocurre en nuestra vida ahora. Todas las veces que abrimos el corazón a la Palabra de Dios, a la conversión, al cambio de vida, el reino de Dios nos impacta, cambia nuestra vida, cambia nuestras realidades.
Así será la venida del Hijo del Hombre, inesperada como un relámpago, pero generará un gran impacto también en las cosas creadas. Dije en relación con nuestra vida, pero también en relación con toda la creación.
Otra curiosidad del relámpago: destruye e ilumina. Entonces, dependiendo del lugar donde haya tocado, destruye todo, pero, al mismo tiempo, ilumina. Causa, hermanos y hermanas, cierto encanto, porque, de lejos, es bonito de ver, pero causa también temor. Así también es el Reino de Dios: nos encanta y, al mismo tiempo, cuando hablamos de los últimos tiempos, de las realidades últimas, nuestro corazón se llena de un poco de temor.
Pero no debemos tener temor si vivimos en la voluntad de Dios, si hacemos constantemente su voluntad. Es su voluntad la que nos impulsa y nos dirige.
Cuando hablamos del Reino de los Cielos, también tenemos esta mezcla de sentimientos. Pero Jesús afirma que el Reino de Dios está entre ustedes, y este reino crece silenciosamente como la semilla que se siembra y produce su fruto a su tiempo.
Entonces, que así sea en nuestra vida también, en el día de hoy y a partir del día de hoy.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!