“Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?” (Jn 6, 24-25).

Existe una busca por Jesús, una busca, sin embargo muchos no sepan lo que están buscando, sin embargo muchos cambia el nombre de Él por otras realidades, muchos confunden a Él o buscan por Él en lugares equivocados. Pero existe esta busca, y realmente esta multitud expresa el deseo del corazón de cada ser humano por Dios, la busca por Él, esta inquietud de corazón del ser humano. Porque las multitudes quieren estar con Jesús, quieren ver a Él, acercarse de Él. Yo y tu también buscamos el Señor. Muchas veces, nosotros también buscamos Jesús de una forma equivocada, de una forma inconsciente, incluso mismo ignorante. Pero el Señor, en Su bondad y misericordia, Él se deja encontrar, Él permite que nosotros nos acerquemos de Él.

Dentro de nuestro corazón y de nuestra alma, existe aquel grito de ayuda, aquella necesidad de encontrar el Señor

Por eso el grito oculto por Jesús, muchas veces, en otras realidades. Cuantas personas están buscando Jesús, y acaban buscando por Él en las practicas orientales, por medio de los guías espirituales, en el esoterismo. Pero es porque, dentro del corazón y del alma, existe aquel grito de ayuda, aquella necesidad de encontrar el Señor. El peligro es que, muchas veces, es más facil ocultar Jesús atrás de una entidad, atrás de algunos fenómenos, porque, así, yo puedo seguir mi vida equivocada, porque Jesús “no me va pedir nada”. Puedo seguir bebiendo, puedo seguir con las drogas, traicionando mi esposa, viviendo en el adulterio, haciendo cosas equivocadas; y muchas veces voy seguir la vida, pero no encuentro aquel Jesús que exige de mí un cambio de vida, una conversión sincera. Yo imagino que, practicando todas estas cosas equivocadas, después, basta encender una vela para el Señor y “esta todo bien”. ¡No es así!

La luz de Cristo brillo en nuestra vida justamente para nos traer de vuelta. El amor de Jesús nos ha seducido justamente para que nosotros pudiera quedar del lado de él siempre. Nosotros necesitamos estar cerca de Él para siempre. Por eso, la busca por Jesús tiene la necesidad de una dirección.

Mira, esta multitud estaba perdida, no sabia donde encontrar el Señor. Los discípulos, poco a poco, fueron educando estas personas para que ellas pudiera encontrar Jesús. Aquí, entra nuestro papel, porque nosotros también necesitamos guiar las personas para que que ellas encuentren Jesús, vivan la experiencia con Él y puedan tener sus vidas transformadas.

Nosotros necesitamos ayudar las personas a entender que la vida con Jesús no es un bienestar para nuestra vida, pues estar con Él no es solo eso. Él es una forma de vida, un estilo de vida, una forma de comportarse, de ponerse en el mundo. Jesucristo es exigente, la vida de Jesús es exigente, porque Él quiere guiarnos para el corazón del Padre. Jesús no nos quiere para las cosas de la tierra, no nos quiere para las cosas de abajo. Él nos quiere para las cosas del alto, y para el alto exige subida, exige esfuerzo, exige sacrificio, renuncia y conversión.

Busquemos el Señor, de todo nuestro corazón, y encontremos a Él definitivamente.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!