“Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó” (João 20,8).
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Dentro de las Octavas de Navidad, celebramos hoy San Juan Evangelista. Evangelista y Apostol, aquel más nuevo discípulo de Nuestro Señor Jesucristo, que tenía un temperamento más o menos, considerado también “hijo del trueno” juntamente con su hermano. Pero, fue un discípulo dócil a la voluntad de Nuestro Señor, recibió el llamado y también respondió al llamado. Estuvo allí del lado de Nuestro Señor en momentos de dificultad, en momentos de gracias también.
Pedro, Santiago y Juan, los tres amigos más íntimos de Nuestro Señor. En la Transfiguración él estaba presente, pero también allí en la cruz él estaba presente. Por ser menos de edad, él no sería condenado a la crucifixión, entonces por eso él estaba allí. Las mujeres, los jóvenes y los niños eran martirizadas, no eran crucificadas, entonces, San Juan también acompaño Nuestro Señor por cuenta de eso.
Y lo mucho que San Juan Evangelista y Apostol aprendió con Nuestro Señor. De él también se dice de las Cartas, de las tres Cartas que él escribio y también el Apocalipsis de San Juan. Fue un hombre que persevero en la voluntad de Dios.
Somos llamados también, juntamente con el Evangelista San Juan, a hacer una experiencia de amor con Cristo
Aquí nosotros tenemos el relato de la Resurección de Nuestro Señor Jesucristo, en que Magdalena fue anunciar a los apóstoles que ella había visto el Señor y que el sepulcro estaba vacío. Y los discípulos, Pedro y, aquí, el Evangelio presenta — aquel que Jesús amaba —, fueron corriendo para decir del deseo que muchas veces nosotros tenemos de señales: “Dejame ver ese señal”, “Dejame ver lo que esta ocurriendo allí”. Ellos han corrido.
San Juan (dijo aquí: el discípulo amado) llegó primero, pero no entro; y el segundo discípulo, Pedro, que era más viejo, llego, entro en la tumba y ha constatado. Ese detalle, mi gente, dijo sobe lo que Juan tenía para con Pedro, él era el primer, él fue elegido por Nuestro Señor para estar delante, y San Juan estuvo allí al lado, fue el discípulo amado, sabía cual era su lugar.
Mi gente, en el mundo tan complicado, con mucha falta de educación, con mucha falta de respeto, podemos aprender con el Evangelista sobre la autoridad, sobre las cosas de Dios — tan necesaria también en nuestros tiempos.
El respeto la jerarquía, Pedro entro primero y, después, él entro también. Y el detalle del Evangelio presenta eso: “Él vio y ha creído”; Él vió que la tumba estaba vacía, él ha constatado realmente: el Señor resucito.
Este “ver” no es una simplemente un ver de mirar con los ojos que nosotros tenemos aquí, pero de experiencia y por eso que él puede escribir su Evangelio, por eso que él puede escribir las tres Cartas, por eso que él puede escribir el Apocalipsis porque fue un hombre que hizo una experiencia de amor y ha transmitido el amor por medio de sus Cartas.
Mis hermanos, somos llamados también, juntamente con el Evangelista y Apóstol San Juan, a hacer una experiencia de amor con Cristo y traducir esta experiencia con Cristo en amor a nuestros hermanos.
¡Es Navidad! Que la Navidad pueda ocurrir también en el corazón de aquellas personas que están a nuestro lado. Una vez que nosotros amamos el Cristo, la Navidad debe ocurrir también en la vida de las personas cuando las amamos.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
