“Jesús le respondió: Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lucas 11,28)
Mis hermanos , una mujer había alabado la Madre de Jesús, Aquella que engendró Nuestro Señor Jesucristo. Y Jesús Cristo respondió: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”.
Y, de ninguna forma, Nuestro Señor despreció Su Madre, pero, por el contrario, podemos constatar que María es duplamente feliz. Ella es feliz porque engendró el Cristo en su carne, en su vientre, y Ella engendró el Cristo porque vivió la Palabra de dios. Escuchó y practico la Palabra de Nuestro Señor.
¡Mis hermanos, Nuestro Señor quiere llamar la atención aquí para aquel que adhiere a Nuestro Señor, pues ese es feliz!
¿Hacer parte de una institución te puede hacer feliz? ¡Por supuesto que sí! hago parte de la Canción Nueva; ¿eso me hace feliz? ¡Sí! Pero más feliz aún si vivo mi bautismo, si vivo mi consagración, entonces sí voy ser duplamente feliz, porque vivo la Palabra del Señor y porque hago parte de una institución.
Nuestro Señor llama más feliz aún aquel que escucha y que practica Su Palabra
Mis hermanos, debemos sí alegrarnos por el bautismo que nosotros recibimos, por los demás sacramentos que nosotros recibimos, pero de nada sirve si nosotros no vivimos la Palabra de Nuestro Señor.
Nuestro Señor llama más feliz aún aquel que escucha y que practica Su Palabra. No debemos ser simples oyentes de la Palabra del Señor, pero esta Palabra debe llevarnos al compromiso; al compromiso de una vida nueva, al compromiso de amar más a Dios, al compromiso de amar más el hermano.
Nuestro Señor quisó dejar claro que los lazos de sangre son importantes, pero más aún, el lazo espiritual, el compromiso con Él.
Que el Señor nos ayude a seguir este camino de escucha, de discipulado, pero también de misionariedad, practicando la Palabra de Él. las dos cosas necesitan caminar juntas: el discipulado y el ser misionero.
Acoger Jesús en el bautismo, hacer parte de la institución, más aún, vivir lo que la institución profesa. Practicar el Evangelio, practicar la Palabra de Dios, entonces sí nosotros seremos felices.
Que el Señor nos ayude a vivir en la felicidad de sernos bautizados, de hacernos parte de la parroquia, de una comunidad, y más aún: practicar la Palabra, de sernos realmente felices, porque somos comprometidos con la Palabra del Señor.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!