“En aquel tiempo, dijo Jesús: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!»”. (Mt 23, 23-26)
¡Necesitamos vivir la conversión!
Bueno, son afirmaciones fuertes de Jesús las que estamos escuchando durante esta semana, ¿verdad? No siempre es agradable escuchar la verdad y desenmascarar aquello que en nosotros es contrario al Evangelio, pero es una actitud necesaria. Necesitamos vivir la conversión.
El Evangelio de hoy nos señala un comportamiento nuestro: el de cuántas veces nos aferramos a los detalles y dejamos pasar las cosas más importantes. Cambiamos lo pequeño por lo grande, lo banal por lo esencial.
En el mundo de hoy, solo se valora lo externo, la apariencia. No se le da importancia a lo que la persona es en realidad en su interior. ¡Cuánto cuidado se tiene con el exterior y cuánto descuido, cuánta dejadez, por así decirlo, en la realidad del corazón, en la interioridad! Cuánta dificultad para trabajar nuestro interior, quitando aquello que nos impide ser mejores, más caritativos, más puros de corazón, más santos.
Necesitamos trabajar nuestro interior, quitando aquello que nos impide ser mejores
Los retoques constantes en la belleza exterior, muchas veces ocultan el miedo de arreglar aquello que está desordenado por dentro, de tocar las heridas más profundas de nuestro corazón. Cuánta gente en tiempos de Jesús era esclava de la exterioridad, y no es diferente en los tiempos de hoy. Cuántas personas son esclavizadas por la dictadura de la apariencia.
En las redes sociales, esa foto que aparece, muy sonriente, llena de filtros, en la vida real oculta un corazón triste; muchas veces, un corazón que depende de la aprobación de los demás, esclavo de su propia autoimagen.
Los filtros, en la vida real oculta un corazón triste
La palabra de orden de Jesús es esta: «Limpia primero por dentro para que luego lo externo se muestre lleno de luz». Hagan un trabajo sincero para ajustar ciertas cosas en su interior, para que la gente después vea realmente quiénes son ustedes de verdad. ¿Cuesta trabajo? Sí, cuesta mucho trabajo, porque trabajar la interioridad, trabajar las cosas de nuestro corazón, muchas veces echará por tierra nuestro orgullo, nuestra arrogancia, y nos llamará a la humildad, al reconocimiento de ciertos límites que llevamos dentro del corazón. Pero Jesús está interesado en nuestra salvación, y nosotros necesitamos corresponder a eso.
Entonces, limpiemos primero nuestro interior para que nuestro exterior resplandezca con la luz de Cristo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!