Oración y la Confianza en Dios Padre
Hoy, miércoles, día que la Iglesia también dedica a San José. Que él nos ayude a comprender lo que el Evangelio nos va a decir a través de una pregunta, pero también de un pedido de los discípulos.
En Lucas 11,1-4, uno de los discípulos le pidió a Jesús: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos”.
Padre de las misericordias
Aquí está, mis hermanos, algo muy importante y también de una humildad de los discípulos: pedir al Señor que les enseñe a orar. Es decir, la oración, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, es algo vital y necesario para nuestro crecimiento en Dios. Sin la oración, nosotros no podemos vivir una intimidad, una espiritualidad con Dios, ni tampoco vencer las tentaciones y el pecado. Por eso los discípulos le piden a Jesús: “Enséñanos a orar”, y Jesús les enseña la oración del Padre con énfasis, en la confianza.
El Padre Nuestro no es más que eso, confiar nuestras intenciones, nuestra vida, nuestro corazón a Dios, es decir, con simplicidad e intimidad.
Entonces, en este Evangelio, vemos a los discípulos pedir algo que muchos dejan de pedir por miedo. Y nosotros necesitamos abrir nuestro corazón para vivir esa filiación, es decir, somos hijos del Padre, del Padre de las Misericordias, que nos acoge con mucho amor, con mucho cariño.
Dios es Padre: Cercano y Amoroso
El Padre es aquel que quiere enseñarnos todas las cosas, y nosotros necesitamos tener esa valentía de pedir: “¡Señor, enséñanos!” Y comenzar con confianza. La primera palabra ya lo cambia todo: “Padre”. Esa palabra es importante.
Dios: Padre Cercano
Jesús nos enseña que Dios no es un patrón, no es un juez lejano ni un jefe severo. ¡Él es Padre! ¡Cuántas personas, si hacen la experiencia del Padre Nuestro, serán curadas de realidades paternas! ¡Cuántas mujeres, hombres, no vivieron una buena relación con su padre! Quizás haya sido un padre severo, rigoroso, exigente… ¡Y cuando va a relacionarse con Dios Padre, crea una barrera tan grande!
Sanación y la Intimidad con Dios
Jesús nos está enseñando que Dios es Padre, y Él no está lejano de nosotros. Y más aún, la palabra usada por Jesús en Aramaico es Abá. Algo más íntimo, como “papito”, es decir, es así como nosotros debemos ponernos delante de Dios. Como papito, papá, el Abá. Una relación profunda, íntima.
Que el Señor te cure, mi hermano, mi hermana, de todos los traumas que puedas haber vivido con tu Padre. Y que, de alguna forma, eso sea también transferido a tu intimidad con Dios.
Que el Señor nos ayude a ser como los discípulos que le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!