“Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán” (Mateo 9, 14-15).
Encuentro con Cristo
Hermanos y hermanas, dentro de este tiempo de Cuaresma, el viernes es día penitencial, y no hay diferencia, ¿no? El tiempo de Cuaresma es penitencial, el viernes también es un día penitencial, pero que no se limita al tiempo de Cuaresma. Todos los demás viernes del año, exceptuando los días de solemnidad y también la octava de Pascua, que si cae en viernes no es penitencial. Pero el día penitencial, el viernes lo es siempre, independientemente del tiempo de Cuaresma.
Y nos ponemos ante este Evangelio que hemos escuchado hoy. Podemos decir que hemos llegado al tiempo en que el esposo nos ha sido quitado de este mundo, pero aguardamos ya el encuentro definitivo con el Señor.
Entonces, hermanos y hermanas, habiendo llegado a esta conclusión, ahora sí podemos participar de la pregunta de los discípulos de Juan Bautista. ¿Y cuál fue esa pregunta? ¿Por qué razón nosotros y los fariseos practicamos ayunos, pero sus discípulos no? ¿Por qué razón?
Veamos que existen diferencias de motivación entre el ayuno de los discípulos de Juan Bautista y de los fariseos, para también el futuro ayuno de los discípulos de Jesús. Diferencia de motivación.
La motivación del ayuno de los discípulos de Juan Bautista, hermanos y hermanas, era principalmente dirigida al arrepentimiento y preparación para la venida del Mesías. Y estos discípulos tendrán contacto con el Mesías en su primera venida a este mundo.
La motivación del ayuno de los fariseos era cumplir la regla por la regla. Entonces, una motivación para los discípulos de Juan Bautista; y ahora, otra motivación para el ayuno de los fariseos, que es la regla por la regla. Nosotros, a veces, caemos también en esa trampa.
Cuántas veces nosotros también vivimos la Cuaresma como una regla por la regla, o el ayuno del viernes como una regla por la regla.
Pero vamos a seguir aquí esta dinámica de las motivaciones, porque, en relación a los fariseos, no eran perceptibles los cambios interiores; entonces, era regla por la regla, y era solo exterioridad, tanto que Jesús los llamaba sepulcros blanqueados. Él los llamaba así, y debemos tener cuidado porque, a veces, ese grito es en relación a nosotros también. Tal vez seamos esos fariseos que Jesús llama sepulcros blanqueados en el Evangelio, es decir, estaban bien adornados en apariencia, entonces, era belleza así por fuera, pero, por dentro, estaban llenos de podredumbre. Aparentemente, una figura de piedad, de piadoso, pero todo podrido por dentro.
Y nosotros, que somos discípulos de Jesús, ¿ayunamos por qué motivo? Ayunamos, ahora que el esposo nos ha sido quitado, porque queremos ser partícipes de aquella misma alegría que motivaba a los discípulos mientras estaban en presencia del Maestro. Queremos ser partícipes de la alegría de los discípulos, partícipes de la alegría de hacer ayuno por amor al Maestro.
El ayuno nos hace recordar las realidades más esenciales y sobre lo que realmente importa. Entonces, nos hace recordar que lo esencial no es solo el alimento para este mundo, sino el alimento para la vida eterna. Nosotros, que participamos de la Santa Misa diariamente, recibimos ese alimento espiritual que impulsa nuestra vida y nos hace crecer espiritualmente.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!