“Y estaba cerca la Pascua de los Judíos; y subió Jesús á Jerusalem. 14 Y halló en el templo á los que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y á los cambiadores sentados. 15 Y hecho un azote de cuerdas, echólos á todos del templo, y las ovejas, y los bueyes; y derramó los dineros de los cambiadores, y trastornó las mesas; 16 Y á los que vendían las palomas, dijo: Quitad de aquí esto, y no hagáis la casa de mi Padre casa de mercado” (Jn 2, 13-16).
Mis hermanos y mis hermanas, una pagina del Evangelio de San Juan –, en este año en que en nos dedicamos al evangelista Marcos, pero que, en un momento y otro, los evangelistas Marcos, pero que, en un momento y otro, los evangelistas prestan su experiencia para que nosotros podamos componer nuestro Ano Litúrgico —, como ya dije, una pagina del Evangelio de san Juan que nos ayuda en este Tercero Domingo de la Cuaresma.
Hoy es día del Señor, hoy es domingo. Y Jesús expulsa los comerciantes. Mira, un anuncio profético, una reforma que Jesús esta implicando allí. Jesús no quiere dar solo una lección, diciendo que no se puede vender cosas en aquel lugar, no es solo una cuestión de purificación.
A veces, prendemos mucho nuestra vida en las cuestiones ritualistas, es más que eso. Jesús cumple toda la tradición del Templo, una mentalidad nueva que supera aquella idea del Templo como un lugar fijo, un espacio donde puedo tocar Dios, donde puedo coger a Él, donde puedo manipular a Él y donde puedo, incluso, compar a Él con mis ofertas – “Puedo comprar el paraiso”, “Puedo comprar la salvación, por eso, voy dar a Dios algo para recibir algo em cambio”.
Es possible encontrar Dios en Cristo, en la persona de Él muerto y resucitado
Jesús rompe completamente con esta mentalidad que esta presente, muchas veces, dentro de nosotros. Jesús supera ese esquema y presenta Su persona, Su muerte, Su resurección como el lugar donde Dios esta presente. El Templo es el cuerpo resucitado de Cristo, por eso, es posible encontrar Dios en Cristo, en la persona de Él muerto y resucitado.
Es bueno recordar eso: no paremos en el Cristo muerto. Estamos llegando cerca de la Semana Santa y tenemos, muchas veces, la tendencia de parar en el Jesús muerto. No nos fijemos solo en este misterio, pero este templo fue destruido en Su muerte y, después, reconstruido en Su resurección, así dijo Jesús.
Por eso, la Liturgia es más bella, en la asamblea litúrgica hay momentos en que estamos arrodillados, expresando nuestra muerte para el pecado y hay momentos e que estamos de pie, como expresión de una comunidad del Resucitado.
¡Cuidado! Porque tu posición de rodillas puede no expresar piedad, pero puede expresar un desconocimiento litúrgico de aquel que esta siendo celebrado. Hay momento para todo en la Liturgia: momento de estar de pie, momento de estar sentado, momento de quedar de rodillas; y tenemos que entrar en el ritmo litúrgico de la celebración litúrgica, porque allí es el misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.
La Primera Lectura de hoy nos presenta aquel contrato que hicimos con Dios, la primera cláusula es la que Dios se presenta: “Yo soy JEHOVA tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de siervos” (Éxodo 20, 2). Los mandamientos son direcciones, son caminos para que lleguemos al Reino del Cielo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!