“Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?. Pero él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo” (Lc 9, 54 – 56).
Jesús esta siguiendo el camino de Jerusalen, es en la ciudad de Jerusalen que Él va ser crucificado, muerto y que va subir para la gloria del Cielo. Entonces, en realidad, Jesús esta a camino del cielo.
Para ir a Jerusalen, Él envio mensajeros para que preparasen su camino, es decir, Él necesitaría pasar en vários lugares, descansar para seguir viaje. Pero, cuando llego en un poblado de samaritanos, aquel grupo de samaritanos no quiso acoger Jesús, porque Él dejaba la impresión de que estaba siguiendo para Jerusalen. Para los samaritanos, el centro era allí mismo, en la samaría, era allí que Jesús debía quedar. Entonces, como había una oposición entre samaritanos y judios, por cuestión historicas, culturales y religiosas… Sin embargo, Jesús no para en estas divisiones humanas, pero los humanos paran en sus propias divisiones; los humanos, como nosotros, paramos en los preceptos y en los preceptos que nosotros creamos.
Porque ellos no quisieron acoger Jesús es que los discípulos preguntaran: “¿Señor, quiere que nosotros mandemos fuego del cielo para destruir?”, no es un milagro que ellos quieren, ellos quieren vengarse. Ellos quieren del Señor la autorización para vengarse por no ser acogidos.
Tu vida es una mala vida si tu eres cercado de personas incendiadas por el fuego del chisme
Sé que ese es el sentimiento que crece también en nosotros cuando no somos aceptos, acogidos, cuando no somos comprendidos, cuando somos rechazados. Cuando el sentimiento del desprecio viene en nosotros, un fuego se enciende dentro de nosotros, el fuego de la rabia, de la venganza, el fuego de querer desear el mal para el otro. Ni siempre hablamos, pero casi siempre deseamos, porque el fuego se enciende en nosotros; y es con ese fuego que queremos, muchas veces, destruir reputaciones y personas. Ese fuego, muchas veces, se enciende, es lo que llamamos de “el fuego de maledicencia” o “fuego del chisme”. Cuando estamos haciendo chisme, estamos sembrando el fuego de destrucción, estamos hablando mal de las personas, estamos queriendo mal a las personas, y es por supuesto que hablas mal de quien no quiere bien, de quien en tu cabeza tiene siempre la suposición que le hace alguno mal.
Es verdad que existen personas tan malas, tan tomadas por ese fuego del infierno, ese no es del cielo, pues habla mal incluso de quien le hace bien. Es duro cuando ese fuego sale de ti, ese fuego no es del espíritu, no es de Dios, pero ese fuego es el fuego del infierno.
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Toda y cualquier chisme es diabolico, toda y cualquier situación donde estamos hablando mal del hermano estamos encendiendo el fuego del infierno, porque estamos sembrando, a veces, una chispa es suficiente para un fuego encenderse, para una floresta toda incendiarse.
Tu cuando has hablado mal de una persona aquí y no queda en esta persona, eso se difunde, va crecer; y, generalmente, tu, cuando enciende un “fuego”, cuando tira una pizca de cigarro, tu no asume la responsabilidad por toda la floresta que se quemó: “Solo dije una pequeña cosa”. Disculpe, pero lo que tu has hablado ha incendiado una floresta toda, por eso, Jesús esta reprendiendo. Y tu necesita reprender todos los sentimientos de chisme, de maledicencia, de hablar mal, de querer mal, sea en los pensamientos, en los sentimientos y en las palabras.
Reprenda eso en ti, pero reprenda eso en quien esta a tu lado. Marido, reprenda tu mujer cuando ella viene traer chisme para ti; mujer, reprende tu marido, reprenda tus hijos y reprenda, incluso, tus amigas y tus amigos. Tu vida es una mala vida si tu estas cercado de personas incendiadas por el fuego del chisme.
¡Dios te bendiga!