“Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos y echen los demonios. Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar.” (Mateo 10,8).
Mis hermanos, cuantas gracias, cuantas bendiciones nosotros recibimos de Dios. ¡Inúmeras! No da ni para contar, ¿No lo es!? Nosotros recibimos mucho de Dios y somos llamados a dar también; a darnos, a darnos por el Reino de Dios.
El Señor instruyo y envio los apóstoles y nos envia también, a anunciar que el Reino de Dios esta cerca, pero también a llevar Él (la buena noticia), Él (la cura), Él (la liberación) a los nuestros.
“Sanen enfermos”. ¡Cuantos enfermos en el cuerpo y en el alma nosotros conocemos! “Resuciten muertos”. ¡Cuantos vivos nosotros conocemos que están muertos por causa de la situación de la vida, por causa de una depresión, por causa de una enfermedad, por causa de una relación rompida, por la desilusión! ¡Cuantas personas vivas, pero muertas necesitando de una palabra, necesitando de Cristo que esta en mí y que esta en ti!
“Limpien leprosos”. Cuantas personas necesitadas de purificación en el alma, de Agua Viva, que es Nuestro Señor, y que nosotros podemos presentar el Agua Viva, que es Nuestro Señor, a estos nuestros hermanos.
El amor que recibimos de Cristo no para en nosotros, pero debe ser dado y donado también a los nuestros
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“Echen los demonios”. ¡Cuantas personas con una mentalidad no de Dios, pero una mentalidad demoniaca! Y no estoy diciendo aquí de personas poseídas, que el caso de posesión es raro, pero existe, por supuesto. Pero personas con ideas demoniacas, ideas que no conviene a un hijo de Dios, a una hija de Dios, necesitando que estos demonios sean expulsos. El demonio de la indiferencia, el demonio de la falta de amor, el demonio de la falta de compartir… Son varios los demonios que necesitan ser expulsos también de nuestro medio.
Que nosotros podamos dar a estos nuestros hermanos la libertad que, un día, nosotros recibimos. La libertad no para en nosotros, el amor que nosotros recibimos de Cristo no para en nosotros, pero debe ser dado y donado también a los nuestros. Recibimos de gracia de Dios.
Mis hermanos, nosotros tenemos una gran deuda con Nuestro Señor, porque Él murió en la cruz por nosotros, Él se dono a nosotros. Lo que nadie tuvo coraje de hacer, Jesús hizo: morir en la cruz por mí y por ti. ¿Vamos intentar retribuir? ¿Vamos retribuir el amor de Dios, donandose también, siendo Sus instrumentos, siendo apóstoles de la misericordia, siendo apóstoles para estos que están enfermos, que están endemoniados?
Que el Señor nos utilice como instrumentos en Sus manos. Recibimos de gracia, vamos dar de gracia la bendición que recibimos de Dios. ¡Sea una bendición!
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!