“En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos, y quedándose fuera, lo mandaron llamar. La multitud estaba sentada a su alrededor, y le dijeron: Tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan. Él les respondió: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?. Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Marcos 3,31-35).
Solamente la voluntad de Dios
Hoy estamos celebrando el día de Santo Tomás de Aquino. Pero hoy la Palabra de Dios nos dice algo muy importante, que los oídos de nuestro corazón estén abiertos a la Palabra de Dios.
Porque solo puede hacer la voluntad de Dios quien acoge a Jesús como el enviado de Dios. Y esta gracia, hermano, hermana, nos lleva a conformar, entonces, nuestra vida a la vida de Jesús.
Cuando Jesús dice que quien hace la voluntad de Dios…, Él no está aquí, de alguna forma, menospreciando a su familia. No, no es eso. Sino que solamente puede progresar en una vida espiritual, en una vida de santidad y en una vida de entrega total a Dios, quien está dentro de la voluntad de Dios. Porque, si nuestro corazón está cerrado a la voz de Dios, vamos a escuchar otras voces y ahí nos perderemos en lo que es la unción de Dios, de llevar a término su voluntad.
Y su voluntad nos quita toda la seguridad que tenemos en nosotros mismos y la depositamos totalmente en Dios.
Que la gracia de Dios pueda liberarnos de todo aquello que nos aleja de la voluntad de Dios y de todo aquello que nos lleva a estar lejos de Dios.
Que el Espíritu Santo nos ilumine y que la fuerza del Espíritu Santo nos lleve a profundizar en la voluntad de Dios.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!