20 Jul 2021

Dejémonos transformar por la Palabra de Dios

“Tomen a cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre de los Cielos, y ése es para mí un hermano, una hermana o una madre” (Mt 12, 50).

Es una gracia hacernos parte de la familia de Jesus pero, al mismo tiempo, es necesario decir que es una desgracia, es decir, nosotros salimos de la gracia si nosotros conocemos Jesús, pero no ponemos en practica Su Palabra, si nosotros no seguimos Su Palabra, si no nos convertimos por Su Palabra.

No podemos tener aquella actitud pasiva de quien escucha, de quien solo escucha, pero no se convierte a lo que escucho. Por supuesto que la primera actitud delante de la Palabra es escucharla; y quien no va poder dar otro paso. Por eso, en el mundo tan sordo como el nuestro, donde las personas solo escuchan lo que quieren o rodeados de muchos ruidos, como nosotros estamos, es necesario dar el paso de la escucha.

Escuchar Dios a cada día es la primera necesidad del alma, escuchar con el corazón, escuchar con la pasión, dejar que la Palabra entre en nuestro corazón y va hasta nuestras vísceras más profundas, dejar que la Palabra de Dios realmente pueda caer en nuestra mente. Es necesario escuchar la Palabra y, una vez que la escuchamos, necesitamos ser transformados por ella.

Si no estamos siendo provocados a convertirnos por la Palabra, es señal que no estamos escuchándola

A veces, estoy con una disposición dentro de mí y no doy cuenta de la maldad, pero movido por el sentimiento, por los acontecimientos, por las tristezas estoy decidido que voy hacer así. Y la Palabra de Dios cae en mi corazón como luz, por eso, necesito escuchar más a Dios que los ruídos que están dentro de mí.

Tu sabes que los ruidos del alma son muchos: el ruido de las tristezas tensiones, preocupaciones inquietudes; el ruido de los afectos y de las emociones. Y si somos personas muy emotivas, nuestras emociones nos guían.

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Es necesario silenciar las emociones, los sentimientos, los afectos para escuchar la realidad del Señor hablando para nosotros. Cuando escucho y esta Palabra entra en mí, yo puedo responderla. Entonces, “estaba pensando en hacer esto, la Palabra me convence que no es por ahí”; “estoy teniendo esta actitud, la Palabra me convence que esta actitud no es correcta”; “estoy pensando en responder la provocación, la Palabra calla mi corazón y no me deja agredir mi hermano”.

Entonces, escuchar la Palabra de Dios y ponerla en practica es dejar que ella provoque en nosotros actitudes de conversión y de cambio. Si no estamos siendo provocados a convertirnos por la Palabra, es señal que no estamos escuchando la Palabra o estamos escuchando muy mal, entrando en el oído y del oído mismo volviendo, ni llegando al corazón.

Por eso, quien es mi padre, quien es mi hermana, quien es mi madre, sino quien escucha, quien hace la voluntad de Dios, quien pone en practica la voluntad del Padre.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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