“Pero el Señor le dijo: «¡Así son ustedes, los fariseos! Purifican por fuera la copa y el plato, y por dentro están llenos de voracidad y perfidia.” (Lucas 11,39).
Mi hermano y mi hermana, Nuestro Señor llamo la atención de aquel fariseo que había invitado a Él para cenar en su casa, y él observo que Jesús no paso por el rito de la purificación.
Jesús también era sabido, Él también quería provocar aquel hombre — en el buen sentido. Aquel hombre preocupado con el exterior y Jesús preocupado con el interior. Por eso que Jesús dijo: “Mira, ustedes fariseos quedan preocupados con el vaso, con el plato, incluso dejan ellos limpios por fuera, pero por dentro están llenos de robo, de engaños, de males”.
Mis hermanos, cuantas veces nosotros somos eses fariseos: bonitos por fuera, peinados, arreglados con maquillaje, perfumados, pero por dentro hay maldades. El Señor nos invita; invito aquel fariseo e nos invita a mirar no solo para el exterior, pero mirar para nuestro interior.
¿O qué nosotros tenemos cultivado en nuestro corazón? ¿O qué nosotros hermos pensado? ¿Pensamentos buenos o pensamientos impuros? ¿Qué hemos cultivado en nuestro corazón? ¿El perdón o la misericordia?
Arreglamos la casa de nuestro corazón y, consecuentemente, nuestro exterior también quedará limpio
Nuestro Señor nos llama a estar limpios, sí, por fuera. El Señor no es contra la higiene, pero Él desea que nosotros hagamos también una higiene interior. Hagamos un buen examen de consciencia, verifiquemos cuantas maldades, desgraciadamente, traemos en nuestro corazón, en nuestra mente y hagamos el compromiso de arrancar, de quitar lo que no conviene a un cristiano, a un hijo de Dios, a una hija de Dios.
¡Vamos limpiar por fuera, seguimos a agrandar por fuera, pero cuidado con la vanidad! Necesitamos antes de todo limpiar nuestro interior, arreglar la casa de nuestro corazón. Arregla la casa del corazón, arreglemos la casa de nuestro corazón y, consecuentemente, nuestro exterior también quedará limpio y bonito. Pero es necesario mirar para dentro.
Hagamos un examen de consciencia, las maldades, los pensamientos, los juicios, el malquerer, matar. ¿Hemos matado las personas en nuestro corazón? ¿Los deseos impuros? ¡Limpiemos; que el Señor nos limpie, que el Espíritu Santo nos purifique! Y por supuesto, hay oportunidad, ha verificado, buscado también la confesión y lavase en la misericordia de Dios.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!