“Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí”.(Lc 16, 26)
El Evangelio de este domingo, nos muestra el gran abismo de la humanidad. Es un abismo terrible, no es solo un abismo social. Es el abismo de la exclusión de los hombres entre sí. Hay una casta minoritaria de hombres ricos, poderosos, que todo pueden, que están gastando mal el dinero, están gastando placeres y todo más a los millones de seres humanos que sufren hambre, a la miseria y la indignidad humana.
Los Lázaros de nuestros tiempos están en los barrios de chabolas, están en las calles, ciudades y tiradas por ahí. Los Lázaros de nuestros tiempos están a nuestros ojos para que no nos olvidemos de los profundos abismos que enfrentamos en los tiempos en que estamos.
Percibimos que evangelicamente estos abismos solo crecen, porque los ricos quieren ser más ricos dejando los pobres cada vez más pobres. Tal vez alguien que quería decir que eso no es problema del Evangelio, pero si eso no es problema del Evangelio, va ser problema de quien?
Es falta de Dios, falta de humanidad, es falta de conversión verdadera alguien alguien incluso decir que es de Dios, pero no se importa con la pobreza, con el sufrimiento, con la indignidad de los Lázaros de nuestros tiempos, de los Lázaros que sufren.
No permitamos que los pobres de nuestra puerta mueran de hambre, mueran soterrados y despreciados
Necesitamos ser ángeles para ayudar los Lázaros que están en las puertas de nuestras calles y ciudades, siendo cuidados por los perros y lamidos por las indignidades de esta, poco se importando para algunos que pasan en una noche gastando lo que un hijo de Dios no gana durante todo su vida.
El problema del rico avaricioso del Evangelio de hoy es no importarse con la indignidad de Lázaro. El problema del rico y de nosotros que norteamos la riqueza de este mundo es no conectar nuestros pobres.
El Evangelio esta diciendo que el Reino de los Cielos, el Reino definitivo es un profundo abismo, el rico intenta recibir un consuelo, ni que sea una gota de agua que venga de donde estaba el pobre Lázaro.
La palabra esta diciendo que hay un gran abismo entre nosotros y la única cosa que da para hacer es que mientras estamos vivos, separarnos, destruirnos, acabarnos, no contemporizamos con los profundos abismos entre pobres y ricos.
No permitamos que los pobres de nuestra puerta mueren de hambre, mueren soterrados y despreciados, pero que tengamos el sentido evangélico de cuidar de los Lázaros de nuestros tiempos.
¡Dios te bendiga!