“En aquel tiempo, dice Jesús a sus discípulos: “Ojalá pudieras beber un vaso de agua, porque sos de Cristo, no quedará sin recibir su recompensa. Y si alguien escandaliza a uno de estos pequeños que creen, mejor sería que usted fuera tirado en el mar, con una piedra de molino atado al cuello. Si tu mano te lleva a pecar, córtala. Es mejor entrar en la vida sin una de las manos, que teniendo las dos y ir al infierno para el fuego que nunca se apaga” (Marcos 9,
41-50)
Caridad es el motor de santidad
Mis hermanos y mis hermanas, Jesús utiliza dos formas para hablar de una vida santa, digna de la recompensa del cielo, y una de ellas es el vaso de agua, para hablar de santidad”.
Nosotros estamos acostumbrados con cosas grandiosas al hablar de la vida de un santo, por ejemplo: ¿Qué milagro él hizo? ¿Bilocación? tuviera un estigma? ¿escribió grandes obras? Y Jesús cita un ejemplo que parece banal para decir que la caridad es el motor de la santidad. Si no fuera por amor, no vale de nada. Por eso la santidad está más cercana de nosotros de lo que imaginamos. Cualquier cristiano, de cualquier estado de vida, puede santificar a través de las cosas del día a día, de los pequeños gestos.
La segunda forma utilizada por Jesús para explicar la santidad es el corte. Usted ha visto cortar de la vida todo aquello que se presenta como dañino para ella. No importa. Si este corte viene antes, durante o después de un acto. Vamos a explicar, cierto?
Hay personas que llegarán en un nivel de santidad que antes de cometer un acto de pecado, yá lo evitan, porque supieran que aquello hace mal para ella y para los otros. Hay personas que, durante el acto, se sienten arrepentidas y, en su interior, perciben que aquello ofende a Dios y a su dignidad, entonces, inmediatamente, interrumpen aquella acción. Pero hay personas que, después de cometer el acto, un acto errado, prueban de un sabor amargo y arrepienten de lo que hicieran, vuelven en sus decisiones, confiesa y retornan al estado de gracia.
Yo no sé en cuál etapa de santidad te encuentras, pero si hay algún pecado que, hoy, está llamando a la puerta de su corazón, córtalo de inmediato, aléjate de esta situación, de inmediato.
Es mejor perder ahora, para ganar la vida eterna, reservada para nosotros. Entonces, vamos a seguir los consejos de Jesús. Vamos a realizar actos de amor y caridad para con nuestro próximo. Esto eleva nuestra santidad. Y vamos a cortar de nuestra vida todo aquello que hace mal.
Santo. ¡Amén!
