En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Nadie puede servir a dos señores, pues o aborrecerá a uno y amará al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. Por eso os digo: no os preocupéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir” (Mateo 6,24-34).
Paz interior
Hermanos y hermanas, Jesús nos enseña a confiar plenamente en la providencia de Dios, sin ansiedad en cuanto a las necesidades materiales. La confianza en Dios es la llave para nuestra paz interior, pues Él cuida de nosotros.
Entonces, la verdadera libertad viene de la confianza incondicional en el Padre, que siempre nos dará aquello que es necesario para nuestra vida.
Y así debemos vivir, sin ansiedad, entregándonos a la Providencia Divina y confiando en que Dios cuida de todos los aspectos de nuestra vida.
Y, hoy, de manera muy especial, celebramos la memoria de San Luis Gonzaga, que , confiando plenamente en la providencia de Dios, se realizó en este mundo, incluso con una muerte prematura. Él vivió profundamente la Providencia Divina al renunciar a las riquezas de este mundo.
Él, que era de linaje noble, principesco, renunció a todo ello para servir a Dios. Desde temprana edad, se sintió llamado a una vida de pureza y servicio, se consagró a Nuestra Señora y se dedicó siempre a la oración y penitencia. Recibió la primera comunión de manos de un santo, San Carlos Borromeo, y, tocado por las palabras de aquel santo y por la fuerza de la Eucaristía, sintió el gran llamado de su vida.
Entonces, a pesar de la gran oposición de su padre, ingresó en la Compañía de Jesús –jesuitas–, renunciando a títulos y herencia tal como está escrito en el Evangelio de hoy.
Su breve vida, hermanos y hermanas, estuvo marcada por un abandono total a la Divina Providencia, confiando en que Dios, de hecho, transforma cada sacrificio siempre en gracia.
San Luis Gonzaga murió a los veintitrés años, en un período en que cuidaba de personas enfermas. Allí, se contagió y acabó muriendo.
Luis se convirtió en un modelo de fe inquebrantable y también modelo de amor sacrificial, siendo canonizado como el patrono de los jóvenes y también de los estudiantes.
Que, en este día, él interceda por cada uno de nosotros.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!