“Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos, por su parte, salieron a predicar en todos los lugares. El Señor actuaba con ellos y confirmaba el mensaje con los milagros que los acompañaban” (Mc 16, 19-20).
Tenemos la gracia de celebrarnos, hoy, la Ascensión de Jesús al Cielo. Él permaneció con los Suyos durante cuarenta días, para confirmar todas las cosas que Él mismo había anunciado durante Su vida en la Tierra. Él permaneció para confirmar en la fe el corazón de Sus apóstoles. Él permaneció con ellos para preparar sus corazones para recibir el don del Alto, don del Espíritu, el Espíritu prometido.
Hoy, el Señor sobre al Cielo; Él esta sentado a la derecha de Dios, el Padre, el Todo Poderoso, el Creador del Cielo y de la Tierra. Él vendrá, Él volverá. Primero, Él ya permanece con nosotros, Él esta en nuestro medio.
Él está en nuestro medio cuando nos reunimos en Su nombre, esta en nuestro medio en los Sacramentos de la Iglesia, por excelencia, la Eucaristía. Esta en nuestro medio cuando invocamos Su nombre, cuando amamos unos a los otros.
Todos los hombres, todas las mujeres tiene el derecho de conocer el Evangelio
El Señor, que esta en el Cielo para confirmar la autoridad de toda la Iglesia, envío los Suyos – como Él nos envía – para que prediquemos, anunciemos, para que llevemos el Evangelio de la Vida al corazón de los hombres. Llevemos el propio Jesús como el único Señor, como el Salvador de toda la humanidad.
Necesitamos, más que nunca, anunciar el nombre de Jesús, proclamar el nombre de Jesús y comunicar la Buena Nueva del Evangelio. La gran comunicación es la comunicación de Verdad, la Verdad que salva, restaura y liberta. La Verdad tiene nombre, y se llama Jesús.
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Anunciemos Jesús, proclamemos Jesús, anunciemos el Evangelio a toda criatura. Todos los hombres, todas las mujeres, todos los seres humanos tienen el derecho de conocer el Evangelio. Puede ser que muchos lo rechacen, no acepten o no se abran para la salvación, pero nuestro deber es anunciar lo que un día recibimos por intermedio de nuestros padres o de aquellos que nos evangelizaran. Necesitamos hacer lo mismo para con los demás.
No dejemos de evangelizar, este es el gran envío que el Señor hace al volver para la Casa del Padre: “Ide”. Es necesario salir, es necesario tener iniciativas de evangelizar en todo tiempo y lugar. Mientras tuvimos vida, hagamos el bien, y no hay bien mayor que llevar los hombres a conocer y amar Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
¡Jesús esta en nuestro medio, llevemos Su amor al corazón de todos!
¡Dios te bendiga!