“E indicando con la mano a sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Tomen a cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre de los Cielos, y ése es para mí un hermano, una hermana o una madre.” (Mateus 12,49-50).
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Mis hermanos, hoy celebramos la Presentación de Nuestra Señora, presentación de Nuestra Señor al Templo. Y, en esta Fiesta de la Presentación, según la tradición, allí también ya hubo una profecía de que aquella niña que estaba siendo presentada en el templo, era especial y, de hecho, era un niño especial, porque se convertiría joven, mujer y la madre de Jesús, la madre de Nuestro Señor y Salvador.
Pero atención, mis hermanos, Nuestra Señor fue madre de Nuestro Señor no simplemente porque engendró a Él, Ella no solo “prestó” su vientre, Ella fue madre de hecho porque se convirtio, primero, discípula de Neustro Señor. Ella, en su fidelidad a Dios, al Padre, fue elegida, y, delante de la Anunciación del ángel, Ella dijo su “sí”, dijo a su “hágase”, el fiat — “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho” (Lucas 1, 38).
La Virgen María fue elegida para engendrar el Salvador; y Ella engendró el Salvador en la carne, pero también en el espíritu. Ella se convirtió discípula, Ella camino con Nuestro Señor y llego aquí. Tenemos ese episodio donde algunos dijeran que Su Madre y Sus hermanos estaban allí y querían ver a Él. Y Jesús extendió la mano y dijo: “Mi hermano, mi hermana, mi madre son aquellos que hacen la voluntad de mi Padre”.
Quien vivir con fidelidad hasta el fin, hará parte de la gran familia de Jesús también en el Cielo
Entonces, nosotros tenemos la Virgen María, Nuestra Señora, duplamente pariente de Jesús, porque engendró a Él en la carne, pero también engendró a Él en el corazón; fue discípula del Señor, acompañaba a Él y hacía la voluntad del Padre.
El Evangelio de hoy nos muestra, y Jesús nos muestra, que los lazos de la fe son hasta mayores que los grados, los lazos de parentesco. ¿Quiere hacer parte de la familia de Jesús? ¡Haga la voluntad del Padre! ¿Quiere hacer parte de la familia de Jesús? ¡Sea santos, sea obediente a Sus mandamientos, a Su Palabra!
La celebración de hoy nos llama a hacer, aún más, parte de la familia de Jesús — “Porque yo recibí el bautismo”, “Porque yo fui crismado, crismada”, “Porque yo fui ordenado”, “Porque yo recibí el sacramento del matrimonio”. ¡Sí! Pero sui tu ni vives la Palabra, no vives el bautismo, de nada sirve. Para convertirnos hijos de Dios y hacemos parte de la familia de Él, nosotros necesitamos sí ser bautizados, pero vivir nuestro bautismo, hacer la voluntad del Padre.
Que nos comprometamos, hoy, a hacer la voluntad del Padre y a hacer parte de la familia de Jesús ya aquí, en la tierra. Y quien vivir con fidelidad hasta el fin hará parte de la gran familia de Jesús también en el Cielo, en la eternidad.
Que el Señor nos ayude a hacer ese camino de santidad, para hacer parte de la familia de Él en definitivo en el Cielo.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!