“Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra. Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo una grande hambre en toda la tierra; Pero á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidón, á una mujer viuda. Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fué limpio, sino Naamán el Siro” (Lucas 4,24-27)
Mis hermanos y mis hermanas, como sabemos, las cosas son más difíciles en casa. ¿Quien de nosotros nunca dijo eso? ¿Quien nunca experimento, en la propia piel, lo que Jesús ha probado en el episodio de hoy? No ser bien recibido en su propia tierra.
Jesús esta en Nazareth, en la sinagoga, y Él encuentra sus conciudadanos. Seguramente, fue por eso que Él dijo: “El profeta no es muy acepto”. Jesús, seguramente, intento, de muchas formas, llegar al corazón de aquellas personas que eran muy especial: personas especiales, personas de su historia, personas que crecieron con Él y que Él desea profundamente que experimentasen el amor de Dios.
No miremos solo de nuestra forma de ver sobre los nuestros, pero vamos ver del otro lado, vamos vernos apartir de la mirada de los nuestros, o ¿piensas que tu eres santo y todos sus familiares son los perdidos e irrecuperable? ¡No! También necesitamos de conversión.
Seguramente, hay mucha gente obediente a Dios dentro de nuestra casa, gente de fe, recibiendo cura como aquel leproso Naamã
Seguramente, hay mucha gente con caridad dentro de nuestra casa, como aquella viuda de Sarepta que ha compartido de poca harina que tenía com el profeta — como él había pedido a él un pedazo de pan, ella ha dividido del poco que tenía.
Seguramente, hay mucha gente obediente a Dios dentro de nuestra casa, gente de fe recibiendo cura como aquel leproso Naamã, el sírio. Por eso, ejerza tu profetismo dentro de tu casa, pero si tu, ers por algún motivo eres rechazado, haga como Jesús: encuentra una forma de pasar por el medio de ellos, ignores y no sea tu llevar tus familiares para el abismo del infierno con tus moralismos y tus juicios, como hicieran los conciudadanos de Jesús intentando llevar a él de aquel precipicio. Porque Jesús trae una mensaje diferente, una mensaje que molestaba, que provocaba la conversión. Entonces, de otra forma, ignore los conflictos, porque, muchas veces, ellos no llevan a nada.
Jesús nunca elimino aquellos que no querían ser Sus discípulos, incluso, sus parientes. Él tuvo que soportar, y, muchas veces, también tenemos de soportar a recusa de la mensaje de Cristo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!