“El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen prometida en matrimonio a un hombre llamado José. Este era descendiente de David y el nombre de la virgen era María. El ángel entró donde ella estaba y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». María se sintió turbada por estas palabras y empezó a preguntarse qué significaba aquel saludo. El ángel le dijo entonces: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios”.  (Lucas 1,26-29)

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Hoy celebramos el Día de Nuestra Señora del Rosario, de los meses del año, octubre, como el mes de mayo, es también un mes mariano, es un mes dedicado a la Virgen María, y tradicionalmente reconocemos el mes de octubre como el mes del Rosario.

El Rosario significa literalmente “corona de rosas”, una corona de rosas. Cuando rezamos el Rosario, espiritualmente estamos ofreciendo a la Virgen una corona de rosas, una corona de rosas a Aquella que tanto amó a Jesús.

Y porque amó tanto a Jesús, siendo totalmente fiel al plan de Dios, mereció permanecer para siempre al lado de su Hijo. Es así como María intercede por cada uno de nosotros, porque está al lado de su hijo Jesús y Ella nos enseña a estar en constante oración.

El Santo Rosario, como lo conocemos, nos coloca en constante oración. Nos une a Aquella que está allí perseverante en la oración. María es aquella que persevera en la oración y Ella nos hace sus hijos que también perseveramos en este combate, la oración, que es un combate. Cuando nos ponemos en oración, nosotros estamos en combate. La oración es el medio que tenemos para colocarnos en combate contra las fuerzas del mal.

La oración es el medio que tenemos para colocarnos en combate contra las fuerzas del mal

La fiesta litúrgica de Nuestra Señora del Rosario fue instituida por el Papa Pío V en 1571, precisamente con motivo de la victoria de los cristianos en una batalla naval, la Batalla de Lepanto. En esta batalla, los cristianos católicos, mientras rezaban el Rosario, resistieron los ataques de los turcos otomanos y ganaron la batalla.

Allí, mis hermanos, podemos comprender que no hay mal, no hay enemigo que pueda resistir a los que recurren a Nuestra Señora, a los que recurren a María, porque María es la que ha encontrado gracia ante Dios. Las tentaciones huyen cuando, mediante el rezo del Santo Rosario, proclamamos el nombre de Aquella que es toda santa, de Aquella que está constantemente en presencia de Jesús.

El libro Imitación de Cristo tiene un texto que dice precisamente eso. Los espíritus malignos tiemblan ante la Reina del Cielo y huyen como si huyeran del fuego cuando oyen su santo nombre. Les aterroriza el santo y terrible nombre de María, que para el cristiano es un nombre extremadamente amable y constantemente celebrado. El rezo del Rosario es la oración de los que con sencillez y amor meditan la vida de Cristo en los misterios de su encarnación, de su vida pública, del misterio de su muerte y resurrección, desde la perspectiva de la que siempre ha estado y estará al lado de Jesús, la Santísima Virgen.

Es por eso que María, en varias apariciones que conocemos, siempre nos pide “recen el Rosario todos los días. Recen el Rosario pidiendo la paz. Recen el Rosario para vencer la tentación”. Es a través del Rosario que ganaremos las grandes batallas. ¿Ves las batallas que has librado en tu vida? ¡Es a través del Rosario que vencerás!

Descienda sobre todos ustedes la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.