“En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que quiso. Y fueron hasta él” (Marcos 3,13-19).
Llamado divino
Este evangelio es muy importante para nosotros en este día en que celebramos la memoria de San Francisco de Sales.
¿Por qué? Porque Jesús sube al monte a orar, y llama a aquellos que Él quiso, es decir, a aquellos que estaban cerca de Él y en quienes veía, realmente, el interés de abandonarlo todo para hacer la voluntad de Dios.
Y miren qué interesante… Este día en que celebramos la memoria de San Francisco de Sales nos muestra que, en realidad, el santo se resistió mucho a corresponder, es decir, a responder al llamado de Dios, al llamado divino.
Tuvo diversas señales, tuvo una plena convicción de que la Providencia lo estaba llamando al sacerdocio. Pero ¿cuál es la gran dificultad que vivimos hoy? Responder al llamado de Dios.
Yo también me resistí mucho al llamado al sacerdocio, como San Francisco de Sales.
Yo tenía novia, y, en nuestro corazón, había la intención de comprometernos, de casarnos. Yo, sin embargo, seguía resistiéndome, pues Dios ya me había dado todas las señales de que mi vocación era el sacerdocio. Como San Francisco de Sales, yo también me resistí a responder a ese llamado. Dios me llamó al sacerdocio en el año 2000, y yo tenía 17 años.
Entonces, me ordenaría a los 25 años de edad. Tres de filosofía, cuatro de teología, y me ordenaría a esa edad. Me ordené a los 39 años. Fueron 22 años después del llamado que Dios me había hecho. ¿Por qué? Como San Francisco de Sales, me quedé resistiéndome. Pero cuando Dios llama, cuando Él inflama nuestro corazón, no desiste hasta que podamos abrir el corazón y nuestros oídos y dar nuestro “sí” generoso como lo dio San Francisco de Sales. ¡Como yo también tuve que dárselo a nuestro Señor!
¿Y qué tiene que ver esto conmigo, padre? Es que si no respondes al llamado de Dios, si no haces su voluntad, puedes entrar en una vida incluso de una frustración interior tan grande, porque no escuchaste la voz de Dios. Elegimos hacer nuestros proyectos personales y dejamos de realizar aquello que es la voluntad de Él.
Por supuesto que, Dios no va a dejar que seas infeliz si no correspondes a su llamado, pero quiero decir que no serás plenamente feliz si no estás dentro de la voluntad divina.
Que el Señor te dé esa gracia de responder al llamado con generosidad y valentía, como lo hizo también San Francisco de Sales.
Que Dios derrame sobre nosotros, sobre nuestras familias y sobre las vocaciones, la bendición del Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
