“Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón, y sus almas encontrarán descanso. Pues mi yugo es suave y mi carga liviana” (Mt 11, 29-30).
Hoy, nos dirigimos al Sagrado Corazón de Jesús. Cuando miramos para el corazón de Jesús, queremos aprender de Él como debe ser nuestro corazón. Es más que eso, debemos permitir que Jesús molde, guíe y forme nuestro corazón.
En el corazón esta la sed de todo lo que nosotros somos, nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestra salud emocional, psíquica y psicológica. Como es importante cuidarnos del corazón.
Sé que, muchas veces, nos dejamos dominar por la razón y la cabeza no para de rodar, preocuparse en multiplicar y dividir. Calme los pensamientos y el corazón; se vuelve para el corazón de Jesús, allá es el refugio seguro.
El corazón de Jesús es la ayudar para mi alma, para mi espíritu y para todo lo que soy. ¡No hay refugio mejor para nuestra alma! Caminamos mucho en esta vida cansados, fatigados por el peso de nuestros fardos, obligaciones y compromisos. Nosotros que caminamos tan cansados con la mente aturdido por muchos devaneo, nosotros vivimos inmersos en las preocupaciones y tensiones de la vida, nosotros que vivimos poco en el presente, pero siempre abalados por el pasado y preocupados con el futuro, es necesario calmar el corazón y volvernos para el corazón de Jesús.
¿Cuál es el secreto del corazón de Jesús? Él mismo dijo: “Aprendan de mí, que soy paciente y humilde de corazón”.
Sé aprendemos estas dos cosas del corazón, nuestra vida tendrá otro sentido. Primero, la mansedumbre, aquel que deja el corazón calmar, aquel que no violenta tus pensamientos, tus sentimientos y no te afliges mucho con todo lo que nos contraria.
Para ser manso de corazón es necesario aprender escuchar, reflexionar, pensar y buscar la serenidad del alma
El corazón manso es el corazón que escucha, no es el corazón que grita primero. Sé que tenemos muchos gritos y cosas ahogadas dentro de nosotros, pero calmemos ese corazón, quitemos de él estas olas violentas, que muchas veces el atormenta, y permita que la mansedumbre toma cuenta de nosotros.
No imagines que ser manso es aquella persona indiferente y fría, que no se importan con las cosas, por el contrario, manso es aquel corazón que esta conectado en lo que ocurriendo, pero no esta tomado por los sentimientos amargos y, especialmente, violentos de la visa.
El corazón manso es aquel que separa el agua, es aquel corazón que, primero, escucha, hace discernimiento para, después, tomar la decisión en cualquier situación. Para ser manso de corazón es necesario aprender escuchar, reflexionar, pensar y buscar la serenidad del alma.
Para se manso es necesario ser humilde, porque, sin humildad, sin dejar la maldad, el orgullo, y la soberbia y de estos sentimientos de grandiosidad que toman cuenta de nosotros, nuestro corazón se convierte más violento y cada vez más movido por las tempestades.
Que Jesús nos de un corazón como Su corazón. Jesús, manso y humilde de corazón, hacer nuestro corazón semejante al Vuestro.
¡Dios te bendiga!