26 Jul 2020

Busquemos el tesoro que da sentido a nuestra vida

“El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre, lo vuelve a esconder; su alegría es tal, que va a vender todo lo que tiene y compra ese campo” (Mt 13, 44)

Sabemos que el alma humana vive en busca de su tesoro. Los tesoros para algunos acaban siendo los valores monetarios, el dinero, los bienes y las conquistas materiales, porque donde esta tu tesoro allí esta tu corazón.

Para quien descubrió que el dinero es el tesoro de la vida, es en el dinero que esta tu corazón. Para otros, los tesoros son las pasiones del alma. Las pasiones son muchas: pasiones por personas, por eso y por aquello, y allí la persona pone su corazón. Pero en todas estas cosas el alma humana no se llena, no queda bien, porque ella necesita de algo mucho más profundo que alimente y llena su razón y tu sentido de ser y vivir.

El Reino de los Cielos es un tesoro oculto, porque un tesoro que tiene valor no queda a muestra. El tesoro que tiene valor tiene que ser cavado y buscado. Por eso, nosotros, muchas veces, mismo estando en la Iglesia, no encontramos aún ese tesoro, porque no buscamos con la intensidad necesaria. Somos incluso encontrados por Dios, y estamos aquí para escucharlo, pero es necesario que el corazón sumerge con profundidad y pasión para encontrar ese tesoro que da sentido a nuestra vida.

Cuando encontrar, vas dejar de lado que tanto ocupa, aquello que llena tu vida, y va ocupar de ese tesoro que es fundamental.

Es necesario que el corazón sumerge con profundidad y pasión, para encontrar ese tesoro que da sentido a nuestra vida

Muchas veces, nos encontramos perdidos, en busca de un sentido y una razón mayor para vivir y estar aquí. Vemos los jóvenes, adultos envejeciendo con el atardecer de la vida, muchas veces, zapeando la televisión para todos los lados de una forma incluso desconectada, intentando encontrar alguna cosa para rellenarse y se distraer; otros quedan zapeando todo el tiempo, buscando en el celular, en el computador, alguna para se sanar y se llenar interiormente. Otros sumergen en los propios vacíos de la vida.

Falta encuentro, sumersión, falta ir en la profundidad de aquello que es lo esencial, que es el Reino de Dios en nuestro medio. ¿Porque una vez que tu encuentras, como vas cuidar de ese tesoro?

Aquel que encuentra el tesoro quiere también las perolas. Por eso, el Reino de los Cielos es comparado con perolas preciosas. ¿Cuando encontramos esta perola, que es el Reino de Dios en nuestro medio, que valor daremos? No vamos cansarnos ni saciarnos con el poco, porque son muchas perolas preciosa que vamos buscando dentro de nosotros.

El Reino de los Cielos es como un pescador, como aquella red lanzada al mar. Cuando lanzamos esta rede al mar, sabemos que viene todos los tipos de peces, pero hay peces que no son buenos, que necesitan ser tirados fuera, necesita ser quitados.

Un buen seguidor de Jesús es un buen pescador, no solo de almas, porque este es el segundo paso -el primero él tira las redes en tu propio corazón para quitar lo que es vano, que no presta, aquello que no conviene a tu alma, para lapidar cada vez más tu alma, para que ella sea también esta perola preciosa brillando en el corazón de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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