“El Reino de los Cielos es como un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo descubre, lo vuelve a esconder; su alegría es tal, que va a vender todo lo que tiene y compra ese campo.” (Mateo 13,44).

Mis hermanos, nosotros estamos delante de una parábola donde el Señor habla sobre del Reino y de aquel que encuentra la Palabra de Dios, de aquel que encuentra el Cristo y cambia todo por causa de Él.

Si nosotros, cuando encontramos un producto, un objeto que nosotros es esencial, que nos va ayudar en nuestra vida, queremos adquirirlo, ¡cuanto más a las cosas de Dios! Nosotros debemos también cambiar todo por causa de Él.

El Reino de los Cielos – y el Señor hablando de la eternidad, de las cosas del Alto – el Reino de los Cielos es como un tesoro oculto. Pero, ¿por que el tesoro no es presentado, sacerdote? Porque él debe ser buscado. Todo que viene facil, se va facil, ¿no es así? El tesoro necesita ser buscado, necesita ser conquistado, porque, generalmente, cuando ganamos algunas cosas, ¿no lo es? Nosotros ni damos valor. Pero cuando conquistamos, nosotros damos valor.

Necesitamos dejar aquello que no nos hace bien por causa del tesoro, que es el Cristo

¡El Reino de los Cielos, gente, es así también! Nosotros hacemos un encuentro, nosotros escuchamos la Palabra y fuimos y somos despertados – “Yo necesito buscar más el Reino”, “Necesito buscar más Jesús por medio de la lectura de la Palabra, por medio de la visita al Señor en el Santísimo”. Encontramos el tesoro y Él necesita ser buscado, es necesario haber un esfuerzo.

Y aquí el Señor nos dijo eso: “El Reino de los Cielos es como un tesoro oculto. Un hombre lo encuentra, vende todos sus bienes por causa de aquel tesoro…” Es eso que nosotros necesitamos hacer: cambiar todo, dejar todo y, principalmente,aquello que no nos hace bien por causa del tesoro, que es el Cristo.

“Lleno de alegría, él vende todos sus bienes para comprar aquel campo,” Mis hermanos, el campo también es nuestra Iglesia, nosotros cambiamos todo por causa de Jesús que esta en la Iglesia; y, por supuesto, que en este campo nosotros vamos encontrar los hermanos que tal vez nosotros no…. no nos damos muy bien así, pero él esta presente en aquel campo, pero él también esta en búsqueda de aquel tesoro.

Por eso que el tesoro, la búsqueda por el tesoro y el contacto con el tesoro también mejore todos aquellos que están en el campo, aquellos que están en su comunidad, aquellos que están en su iglesia, en la capilla que tu frecuentas, en el grupo que tu frecuentas. Nosotros cambiamos todo por causa del tesoro, el bien mayor. ¡Y que este bien mayor podamos contagiar también todos aquellos que están con nosotros en este campo!

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!