“El que Dios envió dice las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin medida” (Jn 3, 34).
Aquel que viene del Alto habla de las cosas del Alto, aquel que viene de la Tierra habla de las cosas de la Tierra. Ahora, es verdad que quien vive solo las cosas de la Tierra solo tiene cosas de la Tierra para hablar. Jesús vino del Alto; y Él nos trajo las cosas del Alto.
Él mismo nos esta diciendo: “Busquemos las cosas del Alto”. ¿Sabes por qué? Porque estamos permitiendo que nuestra vida se convierte solo una vida materialista, mundana y humana. Seamos personas humanas. Me gusta mucho destacar que no solos ángeles, somos personas humanas con todas las necesidades humanas, pero, gracias a Dios, por bondad de Dios, Él nos dio Su Espíritu.
Aquel que recibe el Espíritu de Dios habla de las cosas de Él porque recibe un Espíritu sin medida, él pone todas las cosas en la medida de Dios sin fanatismo, sin visiones oscuras, pero, en la sobriedad del Espíritu, él guía las cosas para Dios y lleva las personas para cerca de Dios.
Dios nos da Su Espíritu para que anunciemos y proclamemos
No ignoremos las realidades de la vida, no ignoremos lo que es de la economía, de la política, de la psicología, de la sociología, todas estas áreas tienen una importancia para la vida humana. La medicina es fundamental que sea medicina, pero como es importante que iluminemos las ciencias con la luz de Dios.
Iluminar no quiere decir mezclar ni confundir; iluminar es saber que somos obras de Dios, pertenecemos a Él y que Dios es la luz que ilumina toda la existencia humana. No podemos ignorar jamás Dios en nuestro medio, no podemos jamás dejar que la Palabra de Dios, que la gracia de Él no ilumina nuestra vida.
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Por eso, aquel que nació de Dios, aquel que se reviste del Espíritu de Dios habla las Palabras de Dios. Me disculpe, hablamos de todo en esta vida, pero poco, difícilmente, o casi nunca hablamos de las cosas de Dios, porque nos engañaran o nos engañamos. “Es solo en la Iglesia”, “Cuando voy en la iglesia, yo hablo”. Muchas veces, en la iglesia hay personas que mal abren la boca para decir “amén”.
Necesitamos proclamar, necesitamos llevar las personas para sentir Dios en lo que hacemos, hablamos y expresamos. Dios nos da Su Espíritu para que anunciemos y proclamemos, para que llevemos los corazones e, incluso, nuestro corazón para las cosas del Alto.
Se agarramos la dimensión del eterno, del sublime, del sagrado, a nuestra vida se convierte sin gusto, sin sabor, sin dirección y la decepción termina direccionando nuestros pasos.
Permitamos que la Palabra de Dios este en nuestra boca y en nuestro corazón, para que también proclamemos que Dios esta en nuestro medio.
¡Dios te bendiga!
