¡Alégrense! Las mujeres se acercaron y se postraron ante Jesús, abrazando sus pies. Entonces, Jesús les dijo: “No tengáis miedo. Vayan a anunciar a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán” (Mateo 28, 8-15)
Encuentro con el Resucitado
Quiero recordarles, mis hermanos y hermanas, en este Lunes de la Octava de Pascua, que la alegría de la Pascua aún resuena en nuestros corazones.
El Evangelio según San Mateo, que escuchamos hoy, capítulo 28, versículos 8 al 15, nos conduce a un gran momento de revelación y también de contradicción.
Las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús, con la tristeza de la pérdida aún en sus corazones, reciben ahora la noticia más grande de todas. Él ha resucitado, como había dicho, y este es el anuncio que transformará el mundo, ¡la Buena Nueva de la resurrección!
¿Y notaron que, al inicio del Evangelio, Jesús dice: “¡Alégrense!”? La alegría de la resurrección es la alegría del encuentro con el Resucitado. El Evangelio, entonces, nos muestra que las mujeres vuelven corriendo del sepulcro y, aún con temor y gran alegría, anuncian, vibran y quieren que los discípulos también experimenten esa alegría.
Por eso el encuentro con el Resucitado nos enseña algo fundamental: la verdadera alegría cristiana nace de la certeza de que Jesús venció a la muerte.
En esto necesitan basar su reflexión en este Lunes de la Octava de Pascua. Nuestra alegría nace de la certeza de que Jesús venció, es decir, la resurrección no es un evento lejano o solo un hecho histórico. ¡Es realidad!
Él debe cambiar nuestra vida, nuestra manera de vivir, nuestra manera de pensar. Cada uno de nosotros, en nuestro día a día, es llamado a experimentar la resurrección de Cristo en nuestra vida, a acercarse a Él, a Adorarlo y también a permitir que Él nos transforme. La tristeza debe ceder el paso a la alegría, porque Cristo está vivo, está resucitado.
¿Y Jesús qué nos manda a hacer? Anunciar la Buena Noticia, la Buena Nueva. Después de este encuentro, Jesús dice a las mujeres: “No tengáis miedo, vayan a anunciar a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán”.
Jesús no solo las consuela con sus palabras, sino que también les da una misión. Jesús les está diciendo a ustedes lo que dijo a aquellas mujeres: que si creen en la resurrección, deben ir y anunciar a todos aquellos que están en la muerte y que necesitan la resurrección de nuestro Señor: “No tengáis miedo. ¡Alégrense! Cristo está con cada uno de nosotros”.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!