“El entonces se despertó. Se encaró con el viento y dijo al mar: “Cállate, cálmate.” El viento se apaciguó y siguió una gran calma” (Mc 4, 39).
Estamos todos nosotros caminando, viviendo en los mares agitados de la vida. Estamos todos nosotros en esta barca del vivir, caminando en dirección a la eternidad, pero basta ver que hay momentos que los vientos se agitan y las olas se rebelan y todo eso se convierte en ruido dentro de nosotros. Las cosas se convierten confusas, nosotros nos convertimos perdidos en medio de mucha agitación que perdemos la dirección del corazón.
Agitaciones nosotros siempre tendremos; problemas, dificultades, tribulaciones y aflicciones son componentes de la existencia humana. Cuando miras para Jesús, alí en el fondo del barco descansando, parece que es un Jesús indiferente a los problemas y a los dramas, pero, por el contrario, es que Jesús mismo durmiendo parece que esta viendo lo que esta ocurriendo.
Es que nosotros pensamos que en la vida es así también: “¿Dónde esta Dios que no esta viendo lo que nosotros estamos pasando?”, “¿Dónde esta Dios que no esta mirando la pandemia y las endemias, los dramas todos de la vida humana?”. Dios esta aquí en nuestro medio, primero para dejar que el corazón se calme y se vuelva para Él.
Solo con el corazón calmo y sereno es que Dios puede darnos la dirección
No sé si tu ya has dado cuenta, pero en medio a las situaciones de desastres en la vida sea un incendio, una calamidad, la mayor dificultad es guiar quien esta desesperado, y la frase que más usamos es: “Quedate tranquilo”. Es porque desesperado no da para guiar una persona.
En la vida, aquello que nosotros escuchamos y hablamos para los demás que están en situación de desespero, necesitamos escuchar eso todos los días: “Tranquilice tu corazón”, porque solo con e corazón calmo y sereno es que Dios puede darnos la dirección, es que la mano de Dios puede de hecho, guiarnos.
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Me quedo mirado un accidente que, muchas veces, ocurre aquí y allí en el mundo, muchas veces es más fácil salvar un niño, un bebe que el adulto, porque el adulto se desespera. El niño no sabe lo que esta ocurriendo, entonces, ella queda allí y tu vienes y retira.
El desespero nos pierde, nos hace, de hecho, perder la dirección y acelerar o tirar las cosas negativas para la vida. Por eso, el orden de Jesús: “¡Silencios! ¡Callate!”, que Él dio al viento, Él esta dando a nuestros pensamientos, a nuestros sentimientos, a nuestras emociones. Porque son nuestras emociones que están se agitando, son nuestros sentimientos que están perturbando, nuestros pensamientos que están muy aflorados.
Es necesario poner ordenen en la casa, es necesario poner ordene en el interior para no senos tomados por el pavor. La gracia de Dios que nos guía quiere traer paz y luz, mismo en medio a cualquier angustia que pasamos en esta vida.
¡Dios te bendiga!