“Algunos de la multitud que lo habían oído, opinaban: «Este es verdaderamente el Profeta». Otros decían: «Este es el Mesías». Pero otros preguntaban: «¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?” (Jn 7, 40-41) .
La Palabra de Dios, hoy nos muestra que algunos acogen Jesús, otros tienen dudas sobre Él, y otros aún, en realidad, rechazan el Señor. Los hombres solos acogen lo que le conviene y hace bien, aún que no que sea el corazón humano sea tomado y dominado por el sentimiento de humildad para poder acoger lo que viene del otro.
Nos gusta mucho cuando los demás nos exaltan, y ponen flores en nuestra vida. No nos gusta ser corregidos y contrariados. No queremos, muchas veces, en realidad, porque ella incomoda.
La verdad de Jesús incomodo mucho, los que se rebajan y se humillan acogieron la verdad que transforma. Quien, sin embargo, quiere permanecer de pie en el orgullo y en la soberbia se pone contra Jesús o duda de mucha cosa que Él hizo, y habla por que contradice lo que queremos, creemos y pensamos que debe ser.
Jesús fue rechazado. Rechazarlo quiere decir, especialmente, rechazar Su Palabra, porque Él es la Palabra de Dios, y la Palabra que Él trae es del Alto.
El Alto bajo para la bajeza humana para purificar, corregir y orienta lo que la naturaleza humana deja perderse por causa del pecado.
Que Nuestro corazón se abra para amar Jesús en Espíritu y verdaderamente
Jesús esta entre nosotros y en nuestro medio. Muchos de nosotros acogemos, dudamos, otros incluso aceptan Jesús, pero Su Palabras y correcciones no. Venimos en un mundo donde Jesús aún es criticado y rechazado.
Cristo no fue unanimidad nunca, ni mismo cuando estuvo entre nosotros, tampoco ahora que esta entre nosotros. Él no buscaba ser unánime como muchos de nosotros creemos que es importante, cuanto menos en popularidad. Lo que importa para Jesús es la verdad que salva, sana, libera e incomoda. Esta es la verdad que Él vino traernos.
Los que prefieren la mentira o los que prefieren mantenerse en las apariencias de la vida y por la mentira prefieren rechazarlo que amarlo, prefieren desconsiderar a Él que acogerlo. Que nuestro corazón se abra para amar Jesús en Espíritu y verdad.
¡Dios te bendiga!
