“Mandó a un tercero, y a éste lo mataron. Y envió a muchos otros, pero a unos los hirieron y a otros los mataron. Todavía le quedaba uno: ése era su hijo muy querido. Lo mandó por último, pensando: «A mi hijo lo respetarán.» Pero los viñadores se dijeron entre sí: «Este es el heredero, la viña será para él; matémosle y así nos quedaremos con la propiedad.» Tomaron al hijo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. Ahora bien, ¿qué va a hacer el dueño de la viña? Vendrá, matará a esos trabajadores y entregará la viña a otros.» Y Jesús añadió: «¿No han leído el pasaje de la Escritura que dice: La piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra principal del edificio. Esta es la obra del Señor, y nos dejó maravillados?»” (Marcos 12, 5 – 11).
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En el Evangelio de hoy, Jesús cuenta una parábola a los sacerdotes.Y, con esta parábola, podemos comprender dos características de amor de Dios por nosotros. La primera es la confianza que Dios tiene en nosotros. El amor de Él es un amor capaz de poner en nuestras manos el cuidado de Su plantación, el cuidado de Su viña.
Un agricultor que tiene amor a su plantación, no alquila su plantación para cualquier uno, pero pone a los cuidados de quien él confía. Dios confía en nosotros, entretanto es que Él constantemente pone a nuestro cuidado sus dones, Su Iglesia, Su misión, Su viña para que nosotros, trabajando en esta viña con dedicación, también podamos producir frutos para Él, que es el dueño de la viña. Frutos de santidad, frutos de almas rescatadas.
Dios, en Su plan de amor y salvación, sigue confiando e insistiendo en nosotros
Y la segunda característica de amor de Dios, que nosotros podemos comprender con esta parábola, es que Dios confía. Además de confiar plenamente en nosotros, Él es un Dios insistente. Aún delante de nuestra infidelidad, Dios sigue insistiendo en nosotros.
Porque Dios es un Dios que no vuelve atrás en Sus planes; aún delante de nuestro egoísmo en querer los frutos de la viña para nosotros; de nuestra falta de compromiso, de nuestra crueldad. ¡Dios, en Su plan de amor y salvación, sigue confiando e insistiendo en nosotros!
Tan insistente que fue al extremo de enviar Su propio Hijo por amor a nosotros, porque diferente de nosotros — como te dije — , Dios no vuelve atrás en su plan. Aún que nosotros seamos infieles, aún que nosotros rechacemos Su salvación, Él permanece fiel a Su plan de salvación. Dios confía e insiste, sin embargo, Él no invade nuestra libertad en reconocer y aceptar Su amor.
Por eso, delante de mucha demostración de amor – amor que confía y que insiste al punto de dar la propia vida por nosotros – , abramos nuestro corazón a la salvación de Dios y seamos fiel al cuidado de Su viña.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!