“En aquella ocasión Jesús exclamó: «Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado” (Mt 11, 25-26).

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Mis hermanos y mis hermanas, hoy es domingo, día del Señor, y la Palabra de Dios nos presenta ese tema tan querido por Jesús, que era: la simplicidad de corazón, la pequeñez de los corazones.

Ustedes saben que la pequeñez siempre fue aquel “espacio” por medio del cual Dios puede entrar en el corazón del ser humano, la pequeñez es aquel momento que bajamos la cabeza en el cae por tierra, muchas veces, nuestra presunción, nuestra manía de la grandeza, de nuestro orgullo para que Dios pudiese comunicar Su Palabra. La pequeñez es este momento que bajamos la cabeza para que Dios pueda llegar hasta nuestro corazón y nos comunicar Su palabra.

Atención, porque nosotros no debemos confundir: pequeño con ingenuo. Debe estar muy claro eso en nuestra mente, porque decir “pequeños del Evangelio” no es una forma de romanticismo, pero sí un comportamiento de total apertura de quien no tiene nada y recibe todo de Dios; es un corazón a quien Dios puede revelarse y revelar muchas cosas.

La pequeñez es esta bajar la cabeza para que Dios pueda llegar incluso en nuestro corazón

Existe una buena diferencia, aquí en el Evangelio, entre las palabras ocultar y revelar. Tu has visto que, en el texto, Jesús nos habla: “Oculta de estos y revela a estos”, pero estas palabras son parecidas en la lengua original. ocultar, en griego, es “apokryphos” (oculto, lo que esta en secreto), y revelar es “apokalýptô” (exponer, convertir manifiesto, traer para luz). Entonces, a un corazón abierto para Dios, pequeño, la luz de Dios entra y esta persona vie según el Espíritu de Dios y se convierte grande a los ojos de Él.

Pensamos siempre que el Apocalipsis es el libro de las cosas futuras, de las cosas enigmáticas, del fin de los tiempos, siempre lo asociamos a esta realidad. Pero basta estudiar un poco la Biblia para ver que el Apocalipsis nos habla mucho del tiempo presente, del ahora de nuestra vida. Y la comunidad cristiana también, cuando tuvo en manos estos escritos, era algo que ella estaba viviendo justamente en aquel momento.

Por eso, a veces, perdemos mucho tiempo buscando donde esta la bestia del Apocalipsis, y no miramos para las cosas terribles que están ocultas dentro de nosotros y necesitan de conversión. Muchas veces, la bestia apocalíptica se oculta dentro de nuestro corazón, y dejamos el mal crecer dentro de nosotros.

Hoy, necesitamos que Dios nos muestre, por eso es Apocalipsis. Que Dios nos revele, justamente, todas las realidades de nuestro corazón que necesitan de conversión. Él nos habla que oculta las cosas bellas de los sabios y entendidos y las revela a los pequeños; entonces, que Nuestro Señor haga ocurrir el Apocalipsis en nuestra vida, revela nuestras miserias para que nosotros nos conversamos de verdad.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!