“Y juntándose las gentes á él, comenzó á decir: Esta generación mala es: señal busca, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás” (Lucas 11, 29).

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Una cosa que nosotros nunca deberíamos contestar es sobre el amor de Dios por nosotros. ¡Él nos ama mucho! Aún que no sintamos o no damos cuenta, el amor de Dios sigue siendo el mismo, Él no cambia. ¡Dios nos ama y va siempre nos amar!

El mayor señal de que Dios nos ama podemos ver en Jesuscristo, su hijo amado. Él ha enviado Su Hijo amado para dar la vida por nosotros, para quitarnos del pecado , para rescatarnos.

No existira mayor prueba del amor de Dios por nosotros sino Jesucristo, aún que no sea la señal de la cruz; pues fue allí, en la cruz, que el amor de Dios logro en su ápice, en su punto más alto, su definición más perfecta. ¡La definición más perfecta del amor de Dios por cada uno de nosotros se ha dado por cada uno de nosotros allí, en la cruz; en la oferta, en la entrega de Jesús por caa uno de nosotros!

A lo largo de la historia de la salvación, podemos dar cuenta de varios otros señales del amor de Dios, pero nada se compara a ese amor para el cual somos llamados a volvernos en este tiempo: el amor de Jesuscristo por cada uno de nosotros.

El mayor señal de que Dios nos ama podemos ver en Jesuscristo

En este tiempo cuaresmal, nos preparamos para contemplar y celebrar el amor de Dios por cada uno de nosotros. El hecho de Dios, aquí, en esta Palabra, enviar Jonas a Nínive, para alertar los que viven allá, muestra lo mucho que Él aún se preocupa con sus hijos. Dios se preocupa conmigo y contigo, y Él envia varios señales para decirnos que nos ama.

De alguna forma, Él envia eses señales, además, a veces, somo insensibles, de corazón duro, cerrado y no conseguimos dar cuenta de las señales del amor de Dios por cada uno de nosotros.

En este tiempo, te invito a volver tu mirada para el Crucificado, a contemplar Jesús, que se oferta más una vez, para decir: “Sigo te amando”, “Voy seguir me ofertando por ti”, “Voy seguir donando mi vida por ti”.

No seamos insensibles, pidamos la gracia de la sensibilidad al amor de Dios, un amor que ya fue muy abierto, solo no ve quien no quiere o quien esta, de hecho, muy distraído con las cosas de este mundo, pero el amor de Dios ya fue muy abierto a cada uno de nosotros y él se manifiesta en Jesucristo, en esta oferta y esta donación de vida que Jesús hizo por cada uno de nosotros. ¡Volvamos nuestra mirada y nuestros sentidos para Jesús crucificado!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!