El ejemplo de María, la fiel oyente de la Palabra
“En aquel tiempo, le anunciaron a Jesús: “Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte”. Jesús respondió: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lucas 8,19-21).
La verdadera pertenencia a la familia de Dios
Hermanos y hermanas, hoy celebramos, con mucha alegría, la memoria de San Pío de Pietrelcina, Presbítero. Tantos hijos espirituales, en este día, clamarán la intercesión de este santo que también es sacerdote e intercede por todos los sacerdotes, por nuestras intenciones y nos guía, también con su intercesión, hacia una vida de santidad y entrega por las almas.
Hermanos y hermanas, la gracia supera la naturaleza. Por lo tanto, nuestra verdadera pertenencia a Dios es una gracia de adopción filial. Somos hijos, en el Hijo que vino al mundo, que dio la vida por nosotros y luego resucitó.
Una familia unida por la fidelidad a la Palabra
La obediencia a la palabra es el criterio de pertenencia a la familia de Dios, como percibimos en el texto de hoy, pues solamente quien actúa según la voluntad divina participa de la vida divina. Así, la familia de Jesús es la comunidad de los fieles, unidos no por sangre, sino por la caridad y la fidelidad a la verdad revelada, por la fidelidad a la Palabra. Entonces, en este sentido, tenemos en María un modelo de escucha atenta y obediente, de escucha fiel, de escucha filial a la Palabra de Dios, que transforma el corazón y genera en nosotros la vida divina.
Nuestro llamado a escuchar y practicar
Todos nosotros somos parte de la familia divina, una vez que fuimos bautizados y podemos, con Jesús, participar de la afirmación que escuchamos aquí: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!