En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Estad atentos para no practicar vuestra justicia delante de los hombres. Pero, cuando deis limosna, no hagáis como los hipócritas” (Mateo 6,1-6.16-18).
Dios conoce
Hermanos y hermanas, la verdadera devoción es aquella que nace de un corazón sincero, que busca primeramente agradar a Dios y no a los hombres.
La fe, entonces, en ese sentido, debe ser vivida siempre con humildad y sinceridad de nuestra parte.
Por la fe, llegamos a ser conocidos por Dios y también lo conocemos más.
Esa es la verdadera devoción, ese deseo de conocer a Dios y, conociéndolo, nosotros también somos conocidos por Él.
La fe no es búsqueda de aplausos, no es búsqueda de reconocimiento, sobre todo de los hombres, de aquellos que nos ven, no es búsqueda de visibilidad, es lo contrario.
La fe, hermanos y hermanas, jamás es exhibicionista. También la espiritualidad verdadera no es exhibicionista y no necesita serlo.
La espiritualidad verdadera se hace en el silencio, en lo secreto, sin reflectores, ¿recuerdas? Entonces, entra en tu cuarto y ora a tu Padre en lo secreto.
La verdadera oración nos lleva a buscar la gloria de Dios, y no la nuestra. Nosotros fuimos creados para la gloria de Dios y la verdadera devoción, la verdadera oración, la verdadera espiritualidad nos llevará siempre a esa vida de comunión, que no siempre será visible, no se mostrará a las demás personas, sino que se mostrará única y verdaderamente a Dios; y estando con Dios, produciremos buenos frutos para este mundo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!