En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Habéis oído que fue dicho: ‘No cometerás adulterio’. Pero yo os digo: ‘Todo aquel que mira a una mujer con el deseo de poseerla, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te es ocasión de pecado, arráncalo y échalo lejos de ti. De hecho, más te vale perder uno de tus miembros, que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno'” (Mateo 5,27-32).
Toca y moldea
Hermanos y hermanas, hoy celebramos la memoria de San Antonio, presbítero y doctor de la Iglesia. Entonces, pedimos su intercesión en este día. Él, que es maestro de la Palabra de Dios, anunciaba aquello que vivía. La palabra de vida que salía de la boca de San Antonio era una palabra vivida profundamente por él. Entonces, él es referencia para nosotros, para que seamos moldeados por la Palabra de Dios, que nos toca y nos moldea, como si Dios pusiera su mano sobre nosotros y nos moldeara constantemente según Su voluntad.
San Antonio vivió esto y también nosotros, en este día, somos llamados a vivir esa realidad.
Y en el texto del Evangelio que hemos oído se afirmó lo siguiente: “Todo aquel que mira a una mujer con el deseo de poseerla, ya cometió adulterio con ella en su corazón.”
Aquí, hermanos y hermanas, está la realidad del pecado, que comienza en la intención; entonces, todo gran pecado, todo gran acto de pecado comienza con una concesión. Concebimos algo, abrimos la mente para que la imaginación sea trabajada por el pecado. Entonces el pecado comienza en la intención.
Somos llamados, en este día, a mantener el examen de conciencia respecto a la intención con que hacemos cada cosa. Y la intención de Jesús, aquí, es decir a cada uno de nosotros que debemos purificar nuestras intenciones, porque el pecado comienza en la intención y se concreta con el acto. Por eso debemos ser cristianos santos y verdaderos en este mundo.
Entonces, comienza a trabajar la santidad en tus intenciones, y no vivas solo yendo a confesar los actos de pecado, pero nunca la intención. Si nunca trabajas la intención, siempre serás conducido a los mismos pecados.
Y la invitación de Jesús, en este día, es para que vivamos la pureza, como San Antonio vivió. La pureza del corazón es fundamental para una verdadera relación con Dios y con los demás.
La pureza no es, hermanos y hermanas, una represión. “¡Ah, yo vivo reprimido!” ¡No! La pureza es una transformación interior que nos libera para que podamos vivir plenamente la vocación a la santidad.
La castidad de San Antonio, su total dedicación a Dios, nos muestra que al seguir a Cristo, somos llamados a vivir con un corazón indiviso, libre de todo apego. Que esa sea la realidad para nuestra vida, en el día de hoy.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!