08 May 2025

Dádiva de Dios

“En aquel tiempo, dijo Jesús a la multitud: “Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo atrae. Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los Profetas: ‘Todos serán discípulos de Dios’” (Juan 6, 44-51).

Todo es don de Dios

Muy bien, mis hermanos y mis hermanas, el texto es muy claro: nadie es capaz de ir hasta Dios si no es Dios quien lo atrae primero.

Todo es don de Dios, es pura dádiva de Dios en nuestra vida, y todas las cosas que experimentamos.

¡Entender e interiorizar esto nos quita tanto peso, tanto sentimiento de culpa en nuestra vida! Esos momentos en los que no conseguimos ser quienes deberíamos ser. ¡Cuántas veces rompemos nuestras alianzas, nuestras promesas! Entender que no podemos hacer nada sin la gracia de Dios. Es Dios quien nos construye, es Dios quien nos edifica.

¡Cuántas veces nos culpamos por no tener la fe que nos gustaría tener, una fidelidad que nos gustaría vivir! En lugar de flagelarnos, busquemos pedir a Dios ciertos dones que nos harán ser más suyos, más íntimos de Él.

Hay un prefacio en la liturgia eucarística que me toca mucho, me llama mucho la atención, y me gusta, siempre que puedo, rezarlo en la Santa Misa.

Dice así: ‘Aunque nuestras alabanzas no te son necesarias, Tú nos concedes el don de alabarte. Ellas nada añaden a lo que eres, pero nos acercan a Ti por Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro’.

Seguramente, usted ya ha oído este prefacio, pero quizás no se ha dado cuenta de lo que expresa y de lo que está en el Evangelio de hoy.

Dios permite que nos acerquemos a Él, porque Él es puro amor y se siente atraído, no por nuestra aureola, por nuestra santidad, sino que se siente atraído por nuestras miserias, por nuestros pecados. Es una locura decir esto, pero no es por nuestra santidad que Dios se siente atraído. Lo que despierta el amor de Dios y hace que Él se acerque a nosotros, es el amor que Él tiene por cada uno de nosotros.

¡Por eso, alegremos nuestro corazón por tan gran don!

No somos capaces, por nosotros mismos, de dar ningún paso en dirección al Señor. ¡Dejemos de lado ese engaño pelagiano!

Pelagiano se refiere a un pensador, por así decirlo, un teólogo: Pelagio. Él pensaba que su esfuerzo producía en él un estado de gracia. Y el entonces Papa Benedicto XVI, dando una explicación sobre este mal que perduró por mucho tiempo en la Iglesia, decía así: “Los pelagianos no quieren tener ningún perdón y, en general, ningún verdadero don de Dios. Ellos quieren estar en orden, no perdón, sino una justa recompensa. Quieren no esperanza, sino seguridad. Con un duro rigurismo de ejercicios religiosos, con oraciones y acciones, ellos quieren obtener un derecho a la bienaventuranza”.

Les falta la humildad esencial para todo amor, la humildad de recibir dones más allá de nuestro actuar y de nuestro merecer.
Nunca será merecimiento, será siempre gracia de Dios.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!


Padre Donizete Heleno Ferreira

Padre Donizete Heleno Ferreira é Brasileiro, nasceu no dia 26/09/1980, em Rio Pomba, MG. É Membro da Associação Internacional Privada de Fieis – Comunidade Canção Nova, desde 2003 no modo de compromisso do Núcleo.

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