“En aquel tiempo, Jesús preguntó a sus discípulos: “Lo que discutís con ellos? Alguien de la multidom respondió: Maestro, yo traigo a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo. Cada vez que el Espíritu lo ataca, tiralo al suelo y el empieza a espumar , ringe los dientes y queda completamente rígido. Yo pedí a tus discípulos para expulsaren el Espíritu, pero ellos no conseguirán” (Marcos 9, 14-29)

Embates espirituales.

Mis hermanos y mis hermanas, el problema del niño, que nosotros escuchamos en el Evangelio, pasa por las dimensiones psicológicas, neurológicas y espirituales. Había, allí, causas ciertamente de naturaleza espiritual. En efecto, todo y cualquier cristiano sufre embates espirituales el tiempo todo. Nuestro propio Catecismo de la Iglesia Católica afirma que existe una batalla espiritual en la vida de aquellos que quieren ser de Cristo.

Entonces, nadie es más o menos privilegiado en este aspecto. Lo que ocurre son las armas que un cristiano utiliza para combatir estos ataques diabólicos contra nuestra fé, contra el amor que Dios tiene por nosotros.

Como le dice, había problemas de orden neurológico en el niño. Por la reacción de rigidez, una especie de epilepsia, entonces, podemos concluir que la situación fue agravando, y el malo se aprovecha de la fragilidad neurológica para humillar aún más aquel niño. En esta situación de humillación se va al tercer aspecto de la situación, que es psicológico.

Una vez afectado, tan profundamente en su físico, aquel niño era expuesto a una condición de vergüenza, de miedo, de exclusión, que lo golpeaba en su interioridad.

Cuántos padres, también en los días de hoy, sufren por situaciones de sus hijos, psicológicas, de comportamiento, enfermedad neurológica, física. Cuántos padres y madres están martirizando para intentar entregar una dignidad para su hijo.

Yo tengo que decirle que Jesús no se olvidó de usted. Jesús está atento. Así como Él pondrá su mirada de compasión en la vida de los niños, Jesús también está atento a su corazón.

Vimos, aquí, la dimensión espiritual afectada, la neurológica afectada, la psicológica afectada, un cuadro doloroso que ni los discípulos fueran capaz de resolver, dice el texto. Al padre de niño, Jesús hace una lección de confianza, afirmando que quien tiene fé, todo es posible. A sus discípulos, Jesus enseña que solamente la oración es capaz de expulsar los ataques del maligno.

Son lecciones preciosas que recibimos del evangelio de hoy.