En aquél tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “A ustedes que me escuchan yo le digo, amad a vuestros enemigos y hace el texto: “Abisai dijo a Davi: “Dios entregó, hoy, en tus manos, tu enemigo; lo clavaré en el suelo con una lanza, y no será necesario repetir el golpe”.
Pero Davi respondió: No mates, pues quién podrá extender la mano contra el ungido del Señor y quedar impune?
Vea, al punto que cambia todo es cuando avisamos al otro en la unción divina, o sea, su filiación, su elección a los ojos de Dios. Pero no se trata apenas de una visión romántica del próximo; el secreto es nuestra actitud, que hacemos semejantes al Padre del Cielo. El otro, el puede hacer el bien a los que lo rodean. Bendice a los que maldicen, y reza por aquellos que lo calumnian. Si alguien te entrega una bofetada en una fase, ofrece también la otra. Si alguien te toma el manto, déjalo llevar también la túnica. Entrega a quien pedirte, y si alguien tira lo que es tuyo, no lo pida para que devuelva. Lo que vosotros deseas que los otros los haga, hacer-lo también ustedes a ellos” (Lucas 6, 27-38)
Acción y reacción
Hermanos y hermanas, el mundo de hoy se acostumbró a un llamado “mecanismo de acción y reacción”, o sea, hacer el mal a quien los nos odian, maldecir a los que nos maldicen, calumniar á los hacen calumnias. Devolver un bofetón a quien no los agredió. robar el manto de quien no robó alguna cosa, no hacer nada a quien no lo dió nada; no hacer para el otro lo que él no hace para nosotros, no amar a quien también no los ama…
Bueno, nosotros podríamos continuar la lista sin fin de actitudes que nosotros, naturalmente, acabamos asumiendo, pero que se contrapone radicalmente al mensaje del Evangelio. Por eso, Jesus dijo en el día de ayer: “Si alguien quiere ser mi discípulo” … Porque es una elección radical!
Hay un extracto,de la primera lectura de este séptimo domingo del tiempo común, del libro de Samuel, que no abre un otro horizonte delante de este mecanismo de acción y reacción. Dice y el texto es merecedor de ningún gesto de compasión de nuestra parte. Nosotros no estamos aquí anulando el error del. Pero hablar para un padre o para una madre que tiene a su hijo, por ejemplo, asesino, no es un trabajo fácil.
Por eso yo le digo que no da para este extracto del evangelio. No es una tarea fácil perdonar la ofensa de un alguien, sobre todo cuando es un crimen, algo gravísimo. Porque si esta realidad provoca la venganza y nosotros la dejamos a ella, nosotros estamos nivelando en la misma realidad de la persona que cometió aquella ofensa.