Juan respondió: “Nadie puede recibir nada si no le es dado del cielo. Vosotros mismos sois testigos de lo que dije: ‘Yo no soy el Mesías, sino que he sido enviado delante de él’. El novio es quien recibe a la novia, pero el amigo, que está presente y lo escucha, se llena de alegría al oír la voz del novio” (Juan 3,22-30).
Autoridad mesiánica
Mira qué hermosa esta reflexión que el propio Juan hace referente a Cristo. ¡El amigo del novio siente mucha alegría al oír su voz!
Esa debe ser, hermano y hermana míos, nuestra expectativa cuando el Evangelio proclamado, el Novio, que es Cristo, que está presente en medio de nosotros, habla a nuestro corazón. Y al hablar a nuestro corazón, necesita causar en él, como en Juan Bautista, la alegría.
Mientras la actividad misionera de Jesús va siendo enumerada, va siendo, allí, dinamizada, la de Juan va floreciendo para abrir camino para que el Maestro realice su misión.
Nadie puede apropiarse de una determinada función si no le es dada por Dios, como dice Juan Bautista. Y Juan sabe que Jesús, al ser bautizado en el Jordán por él, recibe una autoridad que viene del cielo. Por eso causa en nosotros alegría, porque la Palabra de Dios proferida por Jesús trae liberación. Nos libera de nuestro egoísmo, de nuestro individualismo, nos pone a caminar, nos pone a hacer la voluntad de Dios.
Esa es la misión de Jesús, ponernos en Sus caminos. El camino asegura claramente la superioridad de Jesús. Aquí está algo importante: cuando escucho la Palabra de Dios y mi corazón se llena de alegría, al mismo tiempo necesito tener humildad para reconocerlo.
Cristo está por encima de todas las cosas. Y Juan da este testimonio de humildad, de no reconocerse como Salvador, sino que reconoce en Jesús al Salvador. Juan sabía de su misión de preparar el camino; y la de Jesús, de realizar la voluntad de Dios.
La relación entre el amigo del Esposo y el propio Esposo, durante la fiesta nupcial, el Bautista reconoce a Jesús como Mesías esposo. Juan es solo un discípulo, amigo del Esposo, y se alegra con la realización del proyecto salvífico de Dios.
Él es quien debe crecer y yo disminuir
Jesús ilumina nuestro corazón. Que Él pueda dar claridad con su luz para que veamos a Dios, que vino para curarnos y liberarnos. Que el Señor pueda alcanzar su corazón, en este día de hoy, como alcanzó el corazón de Juan Bautista, que se alegró al oír Su voz y tuvo humildad para reconocerlo como Señor.
Que nosotros tengamos también la misma actitud del Bautista.
Descienda sobre nosotros y permanezca para siempre la bendición del Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
