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¡Hola, hermanos y hermanas! El texto del Evangelio que nosotros vamos leer en el día de hoy esta en San Lucas, capitulo 21, versículo de 29 a 33.
El pasaje que he escogido dice lo siguiente: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Lucas 21,33)
Palabra de Dios
¿Y qué aprendemos con este pequeño pasaje, hermanos y hermanas? Aprendemos que la Palabra de Dios permanece para siempre. Todas las realidades de este mundo pasarán, como hemos escuchado en diversos pasajes que hablan sobre esto a lo largo de esta semana. Sin embargo, la Palabra de Dios permanece porque en ella somos moldeados, remodelados como criaturas nuevas, como ciudadanos del cielo.
Nosotros permanecemos en la Palabra y ella permanece en nosotros. Y permaneciendo en nosotros, genera siempre vida nueva, vida transformadora. Entonces, somos transformados y también, de alguna forma, transformamos el ambiente a nuestro alrededor.
Hermanos y hermanas, esta permanencia de la Palabra en nosotros es, de hecho, para que seamos verdaderamente transformados y mejorados; y, a medida que ella permanece en nosotros, comenzamos a ver frutos de transformación en nuestra vida cotidiana. Entonces, tengo que cambiar algunas actitudes. Cuando hablo de mejoramiento, salgo de una vida de pecado y escojo una vida de santidad.
Estaba haciendo cosas incorrectas, pero ahora escojo hacer lo que es correcto; y la base de lo que es correcto es la Palabra de Dios que está en mi corazón.
Nuestras actitudes se vuelven más compasivas, nuestras relaciones, más saludables, y nuestra fe se vuelve más robusta.
Pero guardemos, en nuestro corazón, esta palabra también de las relaciones saludables que nos impulsan hacia adelante y también hacia lo alto, que nos hace crecer en el amor a Dios y que nos hace también crecer en la capacidad de ser generosos con aquellos que están a nuestro alrededor, con la capacidad de perdonar que tantas veces escuchamos en la Palabra de Jesús, pero con la capacidad de permitir que la palabra permanezca en mí.
Debo permitir también que la Palabra permanezca en mí para que yo permanezca en ella. Que esto suceda en su vida el día de hoy. Que sean moldeados, que sean remodelados por la palabra de Dios que cambia todas las cosas, y que así sea en su vida.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!