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Hermanos y hermanas, el Evangelio de hoy se encuentra en el capitulo 20 de San Lucas, versículos de 27 a 40.
“Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento; mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección” (Lucas 20, 34-36).
Hermanos y hermanas, el vínculo matrimonial existe hasta que la muerte los separe. Lo escuchamos de la boca de quien asiste al sacramento del matrimonio. Entonces, existe para este mundo.
En el cielo, el vínculo matrimonial no permanece, al menos por lo que sabemos, pero el cónyuge, aquel que se fue, permanece unido a su familia, porque está vinculado y más unido a Dios. Entonces, la familia que permanece unida a Dios permanece también unida a aquellos que ya partieron. Y, un día, estarán unidos también de manera más plena y profunda a los que ya partieron de este mundo.
Encuentro en la eternidad
Debemos entender que la Iglesia, en este mundo, es la esposa de Cristo. Cuando hablamos de la Iglesia que peregrina en este mundo, tal vez puedan tener en mente un matrimonio, la novia que camina justo en el centro de la iglesia y viene hasta el altar.
Ese caminar de la novia es muy simbólico, pues simboliza a la Iglesia que camina también para el encuentro con su Esposo definitivo. Aquí vamos a pensar en el altar, que es Cristo.
En el cielo, todos estaremos unidos en Cristo, que es Esposo y que se une a su Iglesia. La Iglesia es la esposa que aguarda la unión definitiva con el esposo, que es Cristo. Que nuestra vida, hermanos y hermanas, en este mundo, que nuestros comportamientos, todo aquello que hacemos tenga siempre la marca de esta seguridad: fuimos creados para Cristo.
Cristo es aquel que esperamos, aquel que es nuestra finalidad última. La finalidad última de nuestra existencia es una unión definitiva con Cristo, solo que esa unión ya sucede ahora.
¿Hemos caminado en unión con Cristo? ¿Nuestra vida en Cristo ha transformado aquello que elegimos para nuestra vida? ¿La manera como nosotros nos comportamos en este mundo nos ha alejado de una vida de pecado para vivir una vida de santidad en Dios? Entonces este es el sentido de la vida en Cristo, caminar en santidad en este mundo, porque, ya unidos a Cristo en este mundo, un día estaremos unidos a Él plenamente en el cielo.
Entonces, este es el sentido del Evangelio de hoy, que transforme nuestra vida, que moldee nuestra existencia para que seamos moldeados según la imagen y semejanza de Dios en este mundo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
