En este día en que celebramos la memoria de San Carlos Borromeo, en el Evangelio, Jesús nos enseña a hacer el bien sin esperar nada a cambio, sin esperar, hermanos y hermanas, recompensas. Si lo que hacemos es siempre esperando recompensa, nos volvemos esclavos de aquello que esperamos. Y si lo que esperamos no llega, nos frustramos. Jesús prepara nuestro corazón para vivir de manera libre en este mundo, para que también nuestra espiritualidad sea libre. Cuidémonos también, hermanos y hermanas, de que esta forma de existir no influya en nuestra vida de oración.
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Dios es bueno todo el tiempo
Si, en mi forma de ser, siempre espero recompensas, también mi vida de oración será siempre esperando recompensas. Entonces, si siempre espero recompensa, dejo de buscar la comunión verdadera con Dios. Sabemos, hermanos, que los que viven en Dios tienen como herencia la vida eterna, pero la herencia, que es la vida eterna, es fruto de la bondad de Dios. No es un pago como recompensa porque hiciste lo correcto, sino que es fruto de la bondad y del amor de Dios, que te ama.
Que nuestra oración tenga en vista el deseo de vivir en constante comunión con Dios, y no hacer cosas para recibir recompensa de Él, porque Él es bueno todo el tiempo, y, por esa bondad, nos recompensa con su presencia.
Seamos conducidos en este día, iluminados por la luz de la caridad que condujo también a San Carlos Borromeo en su pastoreo, en su servicio a la Iglesia. Que aprendamos a vivir siempre ese servicio desinteresado, hacer el servicio solo porque amamos a Dios, porque sabemos que Él nos amó y nos ama primero.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!