“Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debeis decir” (Lucas 12, 11-12).
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Amados hermanos, hoy, la liturgia nos invita a tener una fe valiente y una esperanza firme en la fuerza del Espíritu Santo. Vivimos en un mundo de muchas pruebas, de mucha persecución religiosa e ideológica, lo que puede causar miedo en cada uno de nosotros.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos alerta: “Seréis conducidos a sinagogas, ante magistrados y autoridades”. Y, al final, Él nos tranquiliza: “Pero no temáis, porque el Espíritu Santo os enseñará lo que debéis decir”.
Lucas, por lo tanto, nos invita a tener una fe valiente y una esperanza firme. ¿Por qué? Porque seremos desafiados, intimados a dar testimonio de nuestra fe. De lo contrario, correremos el riesgo de ser tímidos cuando seamos puestos a prueba.
Cristo retornará
Son tantas las realidades que enfrentamos hoy, contrarias a la sana doctrina de la Iglesia, a los valores del Evangelio. Sacerdotes, misioneros y cristianos son perseguidos en todo el mundo. Si no tenemos esa fe y esperanza firmes y valientes, corremos el riesgo de dejarnos abatir.
Debemos tener en mente que el Espíritu Santo vendrá en auxilio de nuestras debilidades y miserias. Él nos enseñará, hablará por nosotros. Por eso no debemos temer, debemos seguir, pues sabemos que la fuerza del Espíritu Santo, como en Pentecostés, nos fortalecerá. Los discípulos, con miedo, estaban encerrados en una habitación, perseguidos. Pero cuando el Espíritu Santo vino sobre ellos, fueron tomados de fuerza, valentía, osadía e intrepidez. El Espíritu Santo es nuestra fuerza, y debemos recurrir a Él en los momentos de dificultad y persecución.
Pidamos al Señor que esa gracia sea derramada sobre nosotros, sobre nuestra vida y nuestro corazón. Que la liturgia de hoy nos anime a pedir, todos los días, que el Espíritu Santo venga sobre nosotros, para ayudarnos a permanecer fieles en el día de la prueba.
Debemos ser conscientes de que la segunda venida de Cristo es inminente. Solamente aquellos que estén llenos del Espíritu Santo podrán permanecer firmes en la voluntad de Dios. Que el Señor nos ayude, que el Espíritu Santo nos inspire, que la Virgen María interceda por nosotros.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
