En el Evangelio de San Lucas, capítulo 10, versículos del 1 al 12, encontramos un pasaje importante para nosotros:
¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo! ¡Por siempre sea alabado!
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
“La Mese es grande, pero los trabajadores son pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la Mese que envíe trabajadores a su cosecha”.
Hoy, celebramos a los santos mártires, Santo André de Soveral, Ambrosio y sus compañeros, que derramaron su sangre en territorio brasileño, en la región de Cunhaú. Ellos nos muestran el celo ardiente de guardar la fe, de mantener el testimonio a causa del nombre de nuestro Señor Jesucristo. Ellos fueron atacados por los holandeses calvinista que ocupaban, en la época, en la parte del Nordeste del país. Y, terriblemente, ellos fueron caídos a recusar la fe católica.
Abrazar la fe
Miren qué interesante, hermanos míos: guardaron la fe. ¿Qué significa la palabra “mártir”? Significa testigos. Ellos fueron auténticos testigos de nuestro Señor Jesucristo frente a una persecución doctrinal. Los holandeses calvinistas querían que estos mártires negaran la fe católica, es decir, que negaran los sacramentos, negaran la sucesión apostólica y negaran todo aquello que compone nuestra fe católica.
En los tiempos actuales, hermanos y hermanas mías, es necesario tener esa templanza, ese celo ardoroso de estos hermanos nuestros mártires. ¿Y esto qué nos ayuda a entender? Que nuestra vida necesita estar colmada del amor de Dios, inspirada por el Espíritu Santo, y que nos lleve a desear vivir el Evangelio en su totalidad.
Del contrario, mis hermanos, hoy, el Evangelio nos habla: “la Mese es grande, poco operarios”. ¿Por qué? Porque nadie quiere comprometerse con la causa del Evangelio, ya que nos saca de nuestro hábitat natural, nos saca de nuestra comodidad y eso genera en nosotros una gran insatisfacción al querer seguir a Jesús. Es muy difícil seguir a Jesús, porque nos compromete. Nos compromete porque tendremos que renunciar, tendremos que vivir una vida recta, no podremos alienarnos con aquello que el mundo nos propone. Eso fue lo que estos hombres vivieron, derramaron su sangre de tal manera que fueron, ante Dios, hombres fieles, porque no negaron la fe.
Por eso, hermanos míos, como de costumbre, necesitamos decir: “Manténganse firmes, porque las persecuciones vendrán”. Y tendremos que dar testimonio de nuestra fe. El Señor, hoy, nos hace este llamado, a mí y a ti, diciendo: “La Mese es grande y los obreros son pocos”.
Necesitamos tener nuestros oídos atentos para escuchar la Palabra y para la llamada que el Señor nos hace, incluso si es para dar nuestra vida. Que el Señor nos dé la templanza y la valentía de estos mártires, que nos dé también todo el coraje para que continuemos en la voluntad de Dios.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
