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Hoy, el Evangelio es de Lucas, capítulo 9, versículos del 51 al 56; y también es el día de Santa Teresita del Niño Jesús, de quien vamos a trabajar su pensamiento, pero también la profundidad que tenía con nuestro Señor Jesucristo.
El Evangelio nos va a decir lo siguiente:
“Estando ya cerca el tiempo de ser llevado al cielo, Jesús se dirigió decididamente a Jerusalén, y envió mensajeros delante de él” (Lucas 9, 51).
Hermanos y hermanas, hoy celebramos a la patrona de las misiones, Santa Teresita del Niño Jesús, que vivió en el convento, pero su vida fue totalmente entregada a Dios.
Él tomó la firme decisión…
Es interesante observar que ella dice, formalmente, que lo que nos santifica no es la grandeza externa de la obra y su dificultad, sino la intensidad del acto interno de amor con que la realizamos. Ella acuñó el pensamiento, el conocimiento de la pequeña vía: “Hacerlo todo por amor”. Jesús se dirige a Jerusalén para entregarse por nosotros por amor. Jesús tomó la decisión de partir hacia Jerusalén. No dejó de lado su misión, la de salvar a la humanidad, de entregarse por la salvación de todos a causa de nuestros pecados. Y Santa Teresita del Niño Jesús entonces dice: “Este camino es accesible y seguro para todos nosotros”, pero es necesario, hermanos, abandonarse con confianza, como un niño en los brazos misericordiosos de Dios.
La primera realidad de la pequeña vía de Santa Teresita del Niño Jesús es la confianza en Dios, es entregarse totalmente en los brazos misericordiosos de Dios. La segunda realidad es creer, con firme esperanza, que el Señor nos concederá todas las gracias para que podamos vencer nuestro egoísmo.
Entonces, la primera realidad es abandonarse a la voluntad de Dios, a Su misericordia. La otra realidad es creer firmemente, tener la esperanza de que Dios nos ayudará y nos dará todas las gracias necesarias.
La tercera realidad es amarlo con toda la caridad que podamos, amándolo, sobre todo, en las pequeñas obligaciones de nuestro día a día. Este es el camino que Santa Teresita del Niño Jesús nos invita a vivir, en la entrega del amor incondicional a nuestro Señor Jesucristo. Y esto nos lleva a vivir, de hecho, aquello que Jesús se determinó a vivir, a entregarse por nosotros, por nuestra salvación, por amor.
Sin amor no conseguiremos llegar a aquello que es el objetivo: amar a todos y amar incluso a nuestros enemigos, bendiciendo a aquellos que nos persiguen, porque fue así que Santa Teresita del Niño Jesús vivió y se convirtió en esta gran patrona.
Que el Señor nos bendiga y que Santa Teresita del Niño Jesús nos dé la gracia de vivir su pequeña vía en el amor, en la esperanza y en la totalidad de la entrega a nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
