“Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle. Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente” (Mt 12, 14-21).
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Mis hermanos y hermanas, Jesús nunca se comportó como héroe ni como kamikaze. Para Él, la vida era un don precioso. Y hubo episodios, como el que vimos hoy en el Evangelio, en los que Jesús se escapó de las manos de los fariseos para entregar su vida en el momento oportuno. Por eso Jesús nunca se hizo héroe ni kamikase. Los kamikazes eran aquellos suicidas que guiaban los aviones que transportaban bombas. Jesús nunca fue eso. Es necesario salir de algunas situaciones, saber equilibrar incluso en nuestras donaciones para las personas.
Es necesario aprender a darse tiempo a uno mismo. Jesús valoraba mucho la vida y sus momentos. Un gran síndrome de los tiempos actuales, el llamado síndrome de burnout, es decir, el cansancio o el agotamiento. Esto se debe, muchas veces, al intenso activismo en el que nos perdemos y descuidamos otras cosas que son esenciales para nuestra vida, como el descanso, el sueño, una buena alimentación, el ocio, situaciones que forman parte de nuestra vida y que necesitamos valorar.
Es necesario cuidarse para darse a los demás
Jesús nos está enseñando que la entrega de la vida debe hacerse de forma gradual y no suicida. Para que Él llegara hasta el ápice de la cruz, fue viviendo experiencias de entrega, pero siempre con mucha prudencia, porque sabía cuál era su hora.
Tú no eres el salvador de tu familia, de tu matrimonio ni de la humanidad. Por lo tanto, no pongas ese peso sobre ti. Haz el bien mientras te sea posible, a cuantos te sea posible, pero no te anules, no dejes de cuidar de ti, de tener tiempo para las cosas que te hacen bien. Retírate de ciertas situaciones que te hacen mal y busca en la oración, en el silencio, como hizo Jesús, busca la sabiduría para lidiar con tus problemas y también con los de los que están cerca de ti.
Cuidado con el suicidio a plazos. Jesús no vivió eso, porque la última cuota puede ser pagada antes de tiempo. Aprendamos a vivir la entrega de la vida poco a poco, cada día. Donémonos, pero sin anularnos, porque Jesús amaba la vida y Jesús es el Señor de la vida.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!