“Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis” (Mc 12, 18-27).
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Amados hermanos y hermanas, hoy, Jesús toca en algo profundo, que es Su resurrección. Nosotros pasamos todo el tiempo pascual firmes en la esperanza de la resurrección de los muertos, en la vida eterna. Sin embargo, mis hermanos, los saduceos no creen en eso. Entonces, para ellos, era algo incomprensible. ¿Por que? Más una vez, debido la dureza de corazón, del cierre a la voluntad de Dios y de la aceptación de Su voluntad.
Hoy, celebramos San Bonifacio, que, dentro de esta liturgia, nos habla, algo muy importante, la resurrección de los muertos, que es posible por que Dios es el Dios de la vida. Nosotros creemos que la palabra del Señor, que tu recibes ahora por medio de esta homilía, es la palabra de vida eterna. Por supuesto que, en esta pasaje, JEsús esta hablando justamente de la resurrección de la carne, donde nosotros vamos estar unidos a Él un día, porque Jesús ya resucito, esta junto del Padre y nosotros aún vamos pasar por ese proceso.
Quiero también traer la fuerza de la palabra que puede resucitar cada uno de nosotros para una vida nueva. Cristo muere en la cruz para ofrecernos algo que nos pueda llevar para cerca de Dios, y Él quien nos da una vida nueva.
La promesa de la resurrección es la esperanza cristiana
Dios nos creo para estar siempre con Él, por eso la resurrección necesita estar dentro del horizonte cristiano como una esperanza. ¿Cómo nosotros vamos unirnos a Dios, un día, por la resurrección de los muertos? Esta vida que esperamos no es repetición de vida actual que nosotros estamos viviendo. Todo va ser transformado, como el padre Jonas nos enseña en Canção Nova. Nuestro cuerpo va ser renovado, transformado y tendremos un cuerpo glorioso. Tendremos un cuerpo semejante al de Jesús por la resurrección.
Pero para eso, mis hermanos, necesitamos tener una fe convicta de que, un día, resucitaremos con Cristo. Pablo mismo nos habla: “Si, por lo tanto, resucitas con Cristo, buscad las cosas del alto”. Quien vive la resurrección de forma plena, mira para el alto. ¿Por que no fue así que ocurrió con Jesús cuando Él subio al cielo? Entonces, sube para el alto, va para el alto. Incluso es redundante hablar eso, ¿no lo es? Subir para el alto, porque es justamente eso. Y jesús quiere darnos esta garantía: donde no habrá más las limitaciones de este mundo terreno.
La limitación del dolor, de la enfermedad, de la muerte. Todo eso va ser transformado y la vida humana va ser elevada a la perfección y la plenitud, cuando ya no tendrá sentido muchas cosas de este mundo. Que Jesús nos da la gracia de buscarnos, de forma consciente, nuestro lugar, que es la vida eterna junto de Dios. Que Él nos fortalece en este camino y nos de la fuerza para no desanimar ni retroceder en lo que creemos: la resurrección de los muertos, la vida eterna.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!