“Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros” (Juan 20, 19).
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Mi hermano, mi hermana, es esta la alegría que quiero anunciar para ti; la paz que viene de Dios, la paz que viene de Cristo, la paz que viene del Resucitado. ¿Cuál es el corazón de este Evangelio? Jesús es la paz que debemos buscar. Podemos observar, mi hermano, cuando nosotros estamos en un ambiente de miedo, en un ambiente que nos causa una molestia, causa una tristeza e incluso angustias, es un ambiente que no nos favorece la paz; y era en este ambiente, después de la muerte de Jesús, que aquellos discípulos estaban cerrados, en una sala, y ellos estaban todos con miedo, por que Jesús había muerto.
¡Mira la dureza del corazón también de aquellos discípulos! Caminaran con Jesús, estuvieran con Él, han visto los milagros que Él realizo, han visto los demonios que Él expulso, pero, cuando Jesús ha muerto, ellos tendrían que tener aquella fe de expectativa: Él ha muerto, pero Él va resucitar, porque Él mismo dijo eso.Por eso, mi hermano, mi hermana, hoy, cuando nosotros leemos que “Jesús, al entrar, en el periodo de la noche de aquel día – el primero de la semana – , donde todos estaban con las puertas cerradas”, Él entro para cambiar aquel ambiente. ¿Y cómo aquel ambiente fue cambiado? Cuando Él dijo: “¡La Paz esté con vosotros!”.
¡Mira la diferencia! La paz que el mundo da y la paz que Cristo puede dar. La paz que el mundo nos da va traer para nuestro corazón aún aquellas angustias, aquellos miedos, aquella aflicción, pero la paz que Jesús nos da hace con que avancemos, que podamos salir de los lugares cerrados que estamos viviendo. Porque, mis hermanos, el texto que nosotros estamos leyendo esta dividido en dos realidades. La primera: la aparición de Jesús: cuando Él les transmite la paz.
La paz que viene de Dios no es la paz que el mundo nos da
Jesús aparece para transmitir la paz, porque solo Él puede darnos la paz. Esta en la Eucaristia luego el Padre Nuestro: “Señor Jesucristo, dijistes a vuestros apóstoles: yo vos doy la paz, doy mi paz. No mires nuestros pecados, pero la fe que anima vuestra Iglesia”.
Jesús esta diciendo: “La paz que doy es la paz que le va dar la gracia de tener tu fe avivada, de tener tu fe transformada”, porque quien no esta en paz es atacado por el desespero, y el desespero es el contrario de la paz, porque el demonio, a todo momento, esta allí, nos acusando , haciendo que nosotros perdamos nuestra paz.
Quiero decirte, para terminar esta reflexión: para muchos santos, cuando estaban en su lecho de muerte, ya percibiendo que harían su Pascua, el demonio viene paraa quitar la paz y poner, en el corazón, el desespero, para que allí, en aquel momento final, ellos puedan renunciar. Pero aquellos que están infundido de la paz de Cristo jamás van renunciar, porque la paz que viene de Dios no es la paz que el mundo nos da.
Por eso, mis hermanos, quiero, como Jesús, decir: “Reciba la paz que viene de Dios”.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!