“En aquel tiempo, junto con Jesús iba un gran gentío, y Él, dándose vuelta, les dijo: «Si alguno quiere venir a mí y no se desapega de su padre y madre, de su mujer e hijos, de sus hermanos y hermanas, e incluso de su propia persona, no puede ser discípulo mío. El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo»” (Lucas 14, 25-33).
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Mis hermanos y hermanas, creo que si Jesús hubiera vivido en su tiempo con las tecnologías de hoy, con un discurso como ese, por ejemplo, habría perdido muchos seguidores, porque la propuesta de Jesús es radical.
Mientras Jesús hable de amor, perdón y respeto, todo está bien y dentro de los estándares de una sociedad moderna y evolucionada. Pero cuando el argumento exige el mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas, entonces todo cambia, hasta el punto de que cuando Jesús hacía ciertos tipos de discursos, se daba cuenta de que muchos
dejaban de seguirlo, muchos abandonaban el camino del Señor.
El verbo que aparece aquí para referir, de hecho es el verbo “odiar” en el original, presentado en la traducción que leemos como “desapegar”;. Este verbo, por supuesto, no está hablando de ”odiar” en la lógica del desprecio o de un mal sentimiento hacia aquellos que tanto amamos, como se ha presentado aquí: padre, madre, hijos, hermanos, esposa; no es eso, “odiar” aquí es no poner a otra persona en el lugar de Dios o hacer de alguien el mismísimo dios de su vida. Ese es el sentido.
No hagas de las personas que amas tu propio dios
Jesús no tiene ningún problema con nuestro amor por el padre, la madre, el hermano, la esposa y los hijos. Jesús no tiene complejo de exclusividad, porque Él ni siquiera necesitaría nuestro amor, si lo piensas bien, se bastaría a sí mismo. Un amor exclusivo a Dios es ilógico, si no, ¿por qué nos habría dado personas? Cuando hablamos del amor
exclusivo de Dios, tenemos que entender que Dios nos hizo seres comunitarios. No tiene sentido que los seres humanos seamos creados como seres comunitarios, rodeados depersonas, y que luego Dios nos exija exclusividad. No es eso. A Dios no le incomoda nuestro amor por esas personas a las que queremos tanto.
Él sabe muy bien dividirse y darse. Basta ver a la Santísima Trinidad, el amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El problema que Jesús presenta aquí es creer que tu padre es tu salvador, o que tu hijo es el único sentido de tu vida, o tu mujer, o incluso tus posesiones materiales; Dios quiere sanarnos de estas relaciones enfermas que nos
aprisionan en lugar de liberarnos, relaciones que nos paralizan en lugar de lanzarnos a lavida.
Por eso el camino de Cristo es el camino de la cruz, como Él mismo dijo, es decir, la muerte de mi yo para seguir a Jesús sin imponer ninguna condición. Que la gracia de Dios nos ayude.
Descienda sobre todos ustedes la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.Amén.