“Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él. Uno de ellos, que era maestro de la Ley, trató de ponerlo a prueba con esta pregunta: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?». Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el gran mandamiento, el primero. Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 34-39).
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En el Evangelio de hoy, Jesús es cuestionado por los fariseos sobre cual era el mayor de los mandamientos. Y el evangelista deja muy claro que ellos hicieran eso para probar Jesús y, así, intentar agarrarlo en alguna palabra. Sin embargo, Jesús no ha venido para modificar la Ley, Él no ha venido para cambiar lo que Dios ya había hablado al pueblo de Israel, pero Jesús ha venido para dar el pleno cumplimiento de la Ley. Jesús ha venido para enseñarnos a cumplir con perfección la Ley de Dios.
Los maestros encontraban allí, en la Ley, más de 600 mandamientos, tenían vários preceptos, pero, en medio a todos estos preceptos, olvidaron de la existencia del esencial, se perdieron en muchos preceptos, olvidando de aquello que era el esencial de la Ley.
Si buscamos vivir el esencial de los mandamientos, no va ser difícil vivir los demás
Y Jesús, en su respuesta, no trae una novedad – como yo dije –, Jesús no ha venido para modificar. Lo que Jesús hace es unicamente resumir todos los mandamientos en dos esenciales, de los cuales deben proceder toda la vivencia de los demás: amar a Dios de todo el corazón, de toda el alma y de todo la comprensión y al prójimo como a tí mismo. ¡Estos son los dos mandamientos de los cuales debe proceder la vivencia de todos los demás, es decir, quien busca vivir estos dos mandamientos, inevitablemente, vivirá todos los demás!
La vivencia de los mandamientos es sencillo, somos nosotros que, a veces, complicamos, pues tenemos una gran capacidad de complicar y de añadir otra regla en lo que debería ser el esencial de nuestra vida.
¡Si buscamos vivir el esencial de los mandamientos, la esencialidad de los mandamientos de dios, no va ser difícil vivir los demás, pues quien no ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu vida, con toda tu inteligencia, no puede, y no consigue, vivir los mandamientos!
¿Y quien no ama a Dios como va amar al prójimo? La palabra nos habla: “¿Si no amo Dios, como voy amar a mi prójimo?”. Entonces, debemos pedir siempre la gracia de vivir la esencialidad de la Ley de Dios. El amor de ios se revela también en el amor a los hermanos, el amor de Dios se revela en el amor aquellos que están cerca de nosotros. Pidamos esta gracia: de amar a Dios de todo el corazón y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!